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Por: Sergio González Guadarrama

Director de Desarrollo

FIBRA DANHOS

“Hay que darle voz y voto a los que viven la realidad fuera de los escritorios, ahí en el terreno de juego.”

Este texto está pensado para describir y tratar de ofrecer una perspectiva distinta, que prácticamente no se ha escuchado de los actores sociales y técnicos que no han sido reconocidos en la discusión de la Reforma Eléctrica y el debate sobre la inclusión de energías limpias (particularmente la eólica) para satisfacer la demanda del consumo presente y futuro del país. No pretendo polemizar sobre los argumentos a favor o en contra de las posturas hasta ahora antagónicas del sector, en los dogmas nacionalistas, en calificación de intervencionismo o la protección de la industria pública, sino dar un breve repaso a los elementos que de manera empírica se han constatado en las comunidades donde se construyen Parques Eólicos.

Recientemente visité un Parque Eólico de Generación de Energía Eléctrica, que aún no obtiene el permiso de interconexión definitivo. La visita fue un catálogo de los contrastes que se evidencian en este tipo de proyectos, el contraste entre la implementación de tecnologías de vanguardia y el rezago social de la comunidad. Fue un viaje muy ilustrativo que me motivó a hacer público lo que identifiqué y que tuve además la oportunidad de comprobar.

La Planta se ubica en un municipio a casi una hora de San Luis Potosí, en un lomerío árido y semidesértico con escasa fauna y con flora preponderantemente de matorrales y cactáceas. Este municipio ha recibido en los últimos 4 años, como presupuesto total alrededor de 235 millones de pesos anuales, incluyendo sus participaciones, el fondo de aportación para la infraestructura social municipal y el fondo de aportaciones para el fortalecimiento de los municipios. En este mismo periodo, se realizó la inversión para el Parque Eólico, incluyendo: diseño, procuración y construcción de la planta y sus obras complementarias. Estas obras incluyen: camino de acceso, red de conexión, montaje de generadores, subestación elevadora, línea de evacuación y subestación de maniobras entre otros. La inversión para la construcción de esta infraestructura fue de alrededor de 2,000 millones de pesos, que representan aproximadamente ocho veces el presupuesto anual del municipio. Si bien es cierto no toda la inversión se queda en los ejidos, sí se requiere mano de obra de manera intensiva, tanto para la construcción y permanente para la operación, por lo que estos trabajos no existirían sin una inversión de este tipo y la oportunidad para los habitantes del lugar al contar con este tipo de proyectos.

Los empleos permanentes reflejan el espíritu de la energía que se produce en el parque, por ejemplo se trabaja de tiempo completo una ingeniera ambiental que se dedica a vigilar el cuidado de la flora y fauna endémica y a armonizar el pastoreo en los terrenos del Parque Eólico. Esto es una muestra del compromiso y la seriedad con el que se abordan estas tareas para obtener y dar seguimiento a las condicionantes que se ponen para construir estos parques.

En lo que se refiere al rezago social, el municipio en donde se construyó el Parque Eólico estaba en el lugar 948, en el año 2000, en relación con los 2,446 municipios existentes en el país, estando marcado su deterioro por la continua pérdida de población total en los últimos 20 años.

Pero más allá de los datos, confrontar la realidad prevaleciente es lo que no deja de sorprender, por ejemplo: en el camino de acceso al Parque nos alcanzó en una motocicleta un lugareño que ofreció abiertamente combustible del huachicol para los equipos y vehículos del conjunto; lo que marca una ausencia de gobierno y una economía y realidad alterna. El chiste se cuenta solo: para mover la maquinaria de construcción para una fuente de energía limpia, que cumple con complicadas regulaciones y trámites, que genera empleo, que nos tiene costos competitivos de energía; nos ofrecen combustible fósil robado.

Cabe señalar que al interior del Parque se siente un ambiente de bienestar, ya que además del objetivo principal de la operación, se notan las labores de integración a la comunidad, de conservación de plantas endémicas, de seguridad en el parque y la producción; en resumen, es la única entidad económica sobresaliente que ha transformado el entorno, haciendo caminos, arreglando además iglesias, aportando nuevas alternativas de trabajo a los habitantes que, aunque duela mucha decirlo, no tenían otra alternativa que sobrevivir o emigrar.

En otra experiencia cercana que puedo compartir, se refiere a un Parque Eólico en Tamaulipas, este ya en funcionamiento. En los terrenos donde se construyó el parque eran terrenos de temporal donde se siembra sorgo, en este proyecto igualmente se hicieron significativas aportaciones sociales, se cuida el medio ambiente, se ha hecho una amalgama entre la sociedad y en promedio, en este caso, el ingreso de las familias en donde se instaló el Parque Eólico se incrementó entre 8 y 10 veces por el pago de al renta del espacio, a 30 años. El terreno sigue produciendo sorgo ya que el parque ocupa solamente el 3 % del área total del ejido.

En ambos casos las negociaciones para el sembrado de los aerogeneradores, los caminos de acceso y las torres de transmisión fueron hechos directamente por la comunidad prácticamente sin la intervención del Gobierno, el cual solo se concretó a cumplir las formalidades para su instalación.

Por último, otro actor del que no se ha escuchado su opinión, son los técnicos que administran la red de transmisión por la que se distribuye la energía. Ellos aseguran que a pesar de no haber contado con inversiones para la modernización del sistema de control, se tiene absoluta capacidad para integrar las energías intermitentes a la red nacional de transmisión.

Es difícil llegar a una conclusión única para este tema, pero se pueden dejar muchas preguntas propuestas para cada actor de la sociedad: Vale la pena satanizar estas inversiones? ¿Es mejor privilegiar la industria pública nacional? ¿Se puede ofrecer una alternativa de desarrollo a estas comunidades? ¿No queremos convertirnos en un país más competitivo?

Por mi parte creo que en este como en muchos otros temas vale la pena darle voz y voto a los que viven esta realidad fuera de los escritorios, justo ahí en el terreno de juego


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