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Por: Nader E. Badii

DIRECTOR GENERAL

MISSION FOODS MEXICO

Las empresas en el Siglo XXI tienen la oportunidad única de evolucionar y consolidarse como la organización de cohesión social más importante después de la familia. La actividad empresarial ha sido clave en la evolución democrática, tecnológica y económica de la sociedad; desde la creación de la incipiente clase media en Europa en los siglos XVIII y XIX hasta la “gig economy” en el Siglo XXI.

Las empresas, en todas sus formas y tamaños, han permitido que la sociedad pueda tener un sistema basado en méritos y que se premie a los individuos y negocios que mayor valor le generan a los consumidores. La creación de riqueza a través del esfuerzo de los individuos no sólo ha llevado a la sociedad a mejorar la calidad de vida colectiva sino que también, contribuye a la libertad de decisión, opinión y el intercambio constante de ideas.

Naturalmente, las empresas se crean para satisfacer una necesidad de los consumidores y que los involucrados en el proceso de generación de valor puedan obtener un beneficio económico por su trabajo. Sin embargo, el rol de las empresas debe de ser más holístico y sin perder su fin último, que es crear un retorno financiero para los que arriesgan el capital, las empresas tienen que asegurarse de generar valor para todos los integrantes de la cadena. La creación de valor debe de incluir a clientes, colaboradores, proveedores, gobierno, inversionistas, comunidad y medio ambiente. Los negocios que tengan este enfoque podrán ser sostenibles y tendrán una ventaja competitiva, y posiblemente diferenciadora, sobre sus rivales.

Tener la estrategia correcta y las herramientas operativas para satisfacer las necesidades del mercado es la única manera en la que los negocios pueden crear valor para los consumidores. Aunque el proceso puede interpretarse como uni-direccional, la retroalimentación de los consumidores es clave para que las empresas se enfoquen en comprender, interiorizar y capitalizar las tendencias del mercado. Hoy, tenemos al consumidor más informado, proactivo y crítico de la historia; por lo que las empresas deben ser más flexibles y receptivas para poder generarle valor a sus clientes finales. Además, la tendencia en el mercado es premiar a los negocios que operan de manera diferente, las que apoyan a las comunidades, cuidan de sus colaboradores y mitigan el impacto al medio ambiente. Por lo que para ser agentes de cambio las empresas tienen que estar atentos a los gustos y preferencias de los consumidores, el mercado no se equivoca.

La relación de los negocios con sus colaboradores y las comunidades en las que opera debe ser fluida y con una comunicación franca y bi-direccional. El despacho, fábrica o fonda no sólo debe remunerar a sus colaboradores, sino que debe discutir con ellos las estrategias enfocadas a la generación de valor. A través de un proceso de planeación adecuado, las empresas pueden generar programas de compensación variable para que los colaboradores ganen más cuando a la empresa le va bien y sepan ajustarse cuando el negocio está pasando por momentos difíciles. Esta corresponsabilidad, empresa-colaborador, alinea los objetivos en la operación diaria del negocio. Adicionalmente, se puede trabajar con los colaboradores en la compra de insumos escolares, becas y mejoras de escuelas locales. El apoyar en la educación no implica que el dueño del negocio construya una escuela o corra con los costos educativos del hijo de un colaborador. Se puede empezar por regalarles una mochila con útiles y con esto motivar a las familias a que sus hijos estudien. La educación de calidad es el gran igualador de la sociedad y es esencial que las empresas tomen un rol más proactivo en apoyar a que los hijos de sus colaboradores tengan mayor movilidad social.

Desarrollar proveedores locales es otra herramienta que distinguirá a las empresas del Siglo XXI. Entendiendo que existen productos que por su naturaleza vienen de otras regiones o países, el que las empresas intenten desarrollar relaciones de largo plazo con proveedores locales y regionales tiene un efecto multiplicador en la economía. En algunos insumos es posible migrar del “outsourcing” al “near-sourcing”, esto tejerá relaciones económicas y sociales fuertes, aumentando la distribución de riqueza en las comunidades que producen el bien o brindan el servicio. Situaciones como la pandemia de Coronavirus han puesto en jaque las cadenas mundiales de suministro. Por lo que el “near-sourcing” tiene ventajas estratégicas desde un punto de vista de mitigación de riesgos y creación de valor en las cadenas regionales de suministro.

Evolucionar constantemente hacia energías limpias y sistemas de producción más eficientes es una labor que todo negocio debe explorar. No sólo es una obligación para con las generaciones futuras, sino que puede llegar a tener tasas de retorno sobre la inversión muy atractivas. Impulsar programas para el uso racional de agua también tiene una relación costo-beneficio positiva para la mayor parte de las empresas. Además, el reforzar la cultura del reciclaje en la empresa y compartir las iniciativas con la comunidad puede generar conciencia de largo plazo. Para que los programas de reciclaje sean efectivos se debe involucrar de manera activa a los proveedores de servicio de recolección de residuos, sean estos servicios públicos o de empresas privadas.

Cuando un negocio produce retornos para los inversionistas, no sólo le permite al dueño o socio incrementar su patrimonio, sino que la generación de la riqueza también se comparte con el gobierno por los servicios y condiciones que este provee al negocio para que pueda operar. Además, los recursos adicionales creados pueden ser utilizados para abrir nuevos negocios, filantropía y construir nuevas oportunidades para la sociedad. Las contribuciones fiscales derivadas del proceso de generación de valor son oxígeno para las finanzas públicas de los países. Para los gobiernos, un sector privado fuerte representa una fuente inagotable de innovación, recursos y oportunidades laborales para la población.

La sociedad necesita de empresas comprometidas con la generación de valor multisectorial y a la vez, la iniciativa privada necesita de una sociedad propositiva y comprometida con la creación de valor. El sector empresarial tiene la obligación de canalizar, transformar y capitalizar en favor del desarrollo del país todas las tendencias de consumo que el mercado requiere; sólo así, podrán seguir apoyando a la sociedad en avanzar los intereses de ésta. Por último, y en mi opinión, el punto más relevante es que el proceso continuo de generación de valor no sólo incrementa la riqueza de las sociedades, sino que permite que existan fondos para crear oportunidades para los sectores de la sociedad menos favorecidos.


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