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Por: Lars Steen Nielsen

EMBAJADOR

EMBAJADA DE DINAMARCA EN MÉXICO

Me parece que es la primera vez que una contribución a esta publicación es por parte de un actor público y no de una empresa. Es por ello, que estoy muy orgulloso de que se me permita participar como Embajador de Dinamarca en México. De hecho, una de las principales tareas de la Embajada es hacer la conocida como “Diplomacia Económica”; ayudar a las empresas danesas en México y buscar oportunidades comerciales y sociedades. Por lo tanto, tengo conocimientos y experiencia sobre el actuar de las empresas.

Cuando acepté participar en la edición de este año, pensé mucho sobre qué tema relacionado con mi gestión podría ser relevante para contribuir. Naturalmente, habría elegido algo sobre la “Gestión de una Embajada de un país pequeño que tiene la ambición de ser una superpotencia global con relación a la transición verde y la sostenibilidad”. Sin embargo, los hechos recientes, con una crisis de salud global que no se había visto en todo el mundo en mi generación y una crisis económica derivada de ella, sugieren que la mayoría de los directivos han tenido la necesidad urgente de tratar con la administración y dirección a partir de las consecuencias del COVID-19.

Para muchas empresas, las decisiones administrativas tomadas durante la crisis serán decisivas para su futuro, incluso sobre su gestión. A este respecto, puedo ser afortunado como Embajador, ya que una Embajada no puede declararse en quiebra y en mi caso no tengo que despedir empleados. Sin embargo, como es el caso de las empresas, es en situaciones como esta que la Embajada debe demostrar su valor, tanto a “nuestro” empleador, es decir el Gobierno Danés, como al pueblo danés, que paga la operación de la Embajada a través de impuestos.

Además de México, la Embajada cubre 17 países acreditados en América Central y el Caribe. El enfoque principal de la Embajada durante la crisis de COVID-19 ha sido la repatriación de ciudadanos daneses, dar información sobre el ingreso a Dinamarca, hacer informes sobre la situación en México y dar asistencia a empresas danesas. Además, nos hemos centrado en re pensar oportunidades para cuando estamos terminado la crisis.

Estas tareas han tenido que resolverse sobre la marcha ya que la embajada no puede cerrar y nosotros, al tomar las medidas de prevención necesarias frente al COVID-19, debemos demostrar que estamos presentes en México. Esto ha significado que la mayoría de los empleados de la embajada han trabajado desde casa.

En términos de gestión, es, por lo tanto, un nuevo contexto y prioridades que en muy poco tiempo se han convertido en realidad. Esto ha requerido una transformación total de la forma de trabajar y liderar. Para tener éxito con una Embajada mucho más virtual, ha habido un enfoque particular en la autogestión, la autodisciplina y la división clara de tareas, y esto ha traído beneficios en forma de una mayor flexibilidad para el individuo, tiempo ahorrado de transporte y, por supuesto, una contribución a la reducción general de CO2. Cuando se acabe la crisis y construiremos “un nuevo lugar de trabajo”, definitivamente debemos aprender de estos resultados positivos que hemos tenido en la manera de trabajar durante el contexto de COVID-19. De consecuencias negativas, hemos visto la falta de diálogo diario entre colegas, así como todos los aspectos sociales de no reunirse en un lugar de trabajo. Esto abarca desde el desarrollo de ideas en tareas clave hasta pequeñas charlas el lunes por la mañana sobre los resultados de los eventos deportivos del fin de semana. Y luego, por supuesto, en el ambiente de trabajo mental y físico.

Para que tenga éxito, también nos impulsa el deseo de ser mucho mejores en aprovechar el conocimiento y las habilidades que tienen nuestros empleados. Creemos que es mejor hacerlo a través de una mayor participación, responsabilidad y motivación. También contribuye al hecho de que hemos reducido el número de equipos de gestión. Es motivante para el empleado estar lo más cerca posible de las decisiones y otorga el sentimiento de tener propiedad de los resultados, e igualmente importante, otorga una mayor responsabilidad de los productos. Es aquí, y no a través de varios ojos en la jerarquía, donde se garantiza una mejor calidad. Pero también impone mayores exigencias a la profesionalidad de los diplomáticos y empleados.

Esta crisis nos ha enseñado que debemos fortalecer nuestra capacidad de predecir o anticipar lo impredecible. Pensar de nuevo y estar listos para el cambio es hoy una condición básica para todos. Debemos crear una organización ágil donde todos vayan hacia la misma dirección y donde logremos poner en juego todas las herramientas y competencias que tenemos. Por supuesto, pronto surgirán nuevas oportunidades y desafíos, la próxima crisis está a la vuelta de la esquina y el mundo del mañana se verá completamente diferente de lo que pensamos hoy. Por lo tanto, necesitaremos constantemente anticipar lo impredecible y ajustar continuamente el curso. Es aquí donde creo que radica la diferencia, en si nuestros colegas y el mundo exterior nos describen como líderes visionarios, o si se olvida de nosotros rápidamente con las consecuencias que puede tener tanto para el futuro de nuestra empresa como para el nuestro.


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