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Por: Roberto Fco. González Badillo

Director General

GRAVITY3

“No podemos dejar de reconocer que el cambio es la constante en nuestras vidas, y que por muy pequeño que este sea, tarde o temprano se nota la diferencia y eso es ¡bueno!”

Hoy más que nunca, pensamos en que podemos hacer o no con nuestra vida. ¡Sorpresa!, toda tu vida cambió radicalmente!. Y en muchas ocasiones, la palabra cambio, nos genera ruido, escalofríos o una sonrisa nerviosa, ¿por qué? Tal vez porque nos saca de nuestra “área de confort” y nos obliga a generar acciones que muchas veces nos hacen reflexionar y sobre todo a mejorar.

No sé si a ustedes les pasa, pero con todo lo que hemos vivido últimamente, parece que ya no seremos las personas que éramos, peor aún, ya no seremos las que ¡pensábamos ser!, y ¿a qué nos obliga esto?, a generar un cambio entre nosotros.

Te invito a detenerte un poco y reflexionar, más allá de culpar al pasado y lo que no hicimos bien vale la pena buscar y reconocer las cosas o momentos que pudieron haber ayudado e inclusive cambiado el rumbo de nuestro destino, pero no para enojarnos o agredir, sino para aprender.

Es cierto que el líder y empresario no es exitoso a la primera, siempre y después de muchos tropiezos, llegan al éxito deseado, aún en la muerte.

Y pensando precisamente en un mundo mejor, en un cambio benéfico personal y profesional debemos de pensar en qué somos, dónde estamos y a dónde queremos ir.

En lo personal, me parece que los que estamos todavía en este mundo, estamos obligados a hacer cosas que en apariencia se estaban perdiendo y que por muchos años han sido detonadores para un bien y obligados a enfocarnos y a creer en nosotros mismos.

A obligarnos a hacer un mundo mejor, sin distinción de nada, solo buscar un bien para todos donde los efectos económicos sean los que por “rebote” lleguen y sobre todo para buscar un equilibrio en la sociedad. La riqueza nunca será monetaria, la riqueza está más allá de lo que pensamos, en la satisfacción de ver a alguien más feliz, por nuestras acciones.

Obligarnos a pensar más en las personas y no en las compañías, y que estas busquen ayudar más a los más necesitados, dejar a un lado las competencias entre las personas, con buenas prácticas internas, con desarrollos más humanos de convivencias desarrollando más oportunidades para todos, rompiendo las barreras de razas y creencias. No es casualidad que los líderes más exitosos crecen por talento sobrepasando el conocimiento.

Obligarnos a planificar en corto, mediano y largo plazo; últimamente hemos vivido acontecimientos mundiales que nos dicen que nadie tiene comprada la vida, nadie sabe si mañana estaremos y sobre todo nadie sabe si podremos ayudar a la persona que toca a nuestra puerta pidiendo asistencia. El mañana es hoy, y hoy es el presente sin duda.

Obligarnos a creer en los demás y en sus sueños, en dejar de menospreciar el talento por diversas creencias, seguir apoyándolos y abrirle las puertas al desarrollo. Impulsándolos, no abusando de ellos.

Obligarnos a sonreír más, a regresar a un mundo como el de los niños, donde las sonrisas nunca faltan, donde el humor sea el eje rector para vivir y para tomar las cosas de una forma más liviana y venidera. Donde una franca sonrisa se vuelve la puerta de entrada a cualquier lugar y rompe barreras entre las personas, los países, las razas.

Obligarnos a respetar más a los demás, a sus creencias, posesiones, y espacios. Donde las personas puedan hablar libremente sin ser criticadas, sin ser golpeadas o simplemente humilladas por mencionar ideas o pensamientos.

A viajar más!, a conocer más personas, más lugares y disfrutarlos plenamente, donde no hay fronteras y barreras, donde el mundo sea uno solo y donde las culturas se gocen unas a las otras, se respeten y convivan en armonía.

Obligarnos a amar sin condiciones o estilos, donde solo el amor puro y llano sea quien abra las puertas a un mundo más feliz y con ganas de olvidar lo pasado, con ganas de crear una historia más grande, más linda y más viva.

¡Obligarnos a no olvidar nuestros sueños por muy locos o pequeños que sean, ellos son los motores de nuestra vida y nuestra alma y sobre todo nos mantienen vivos! Sin ellos perderíamos todo entusiasmo en la vida y por nada en el mundo podemos dejar de verlos y vivirlos, aún como menciono, “ en sueños”.

Y por supuesto, no podemos dejar de hacer homenaje a aquellos que ya se fueron y dieron algo para hacer nuestra vida mejor. Recordemos que el pasado es la mejor forma de reconocer quiénes somos y una buena base de a dónde queremos ir.

Tal vez mis palabras suenan a una oda poética o un fragmento de la canción “Imagine” de John Lennon, sin embargo los acontecimientos que hemos vivido como personas y sociedad, nos han demostrado lo vulnerables que somos, pero sobre todo nos han que necesitamos un cambio más grande en nuestra forma de pensar y accionar; ya no podemos vivir en un mundo tan indiferente y frío.

En lo personal, viví estos últimos 5 años con mi hijo enfermo y mucho de este tiempo me he puesto a observar las cosas que como persona y empresario dejamos de ver por estar en el mundo de los negocios; en muchas ocasiones olvidando que las empresas viven para las personas y que las personas hace posible que las empresas vivan y crezcan. Las enfermedades de una u otro forma, te enseñan que lo más importante es la vida y vivirla bien, sin importar muchas veces lo que tienes o cómo lo tienes. Esta pandemia nos lo ha demostrado, ahora es mucho más valioso un abrazo que cualquier posesión.

Imaginemos a aquellos que ya no están,¿qué les hubiera gustado pedirnos?, ¿qué tareas nos dejarían a los que nos quedamos?,¿qué nos está pidiendo el mundo ahora? Por eso ahora celebro el cambio, nos da una oportunidad más de reflexionar y reconocer cómo podemos mejorar nuestras acciones, nuestra forma de conducirnos como profesionales y dejarles un escenario mejor a los que vienen atrás de nosotros.

Finalmente, no podemos dejar de reconocer que el cambio es la constante en nuestras vidas, y que por muy pequeño que este sea, tarde o temprano se nota la diferencia y eso es ¡bueno!

Y si, gracias a Gabriel, que me hizo cambiar, que me hizo ser una persona mucho más sensible a mi entorno, a las personas que me rodean, pero sobre todo me enseñó con su ejemplo a buscar mis sueños sin importar los obstáculos que tenga enfrente por muy altos que estos fueran.

Hoy en día, ya no está conmigo físicamente, pero su sonrisa y sus ganas siempre me acompañan, son las que me inyectan y me dan energía para contagiar a los demás de que sí podemos cambiar y buscar un bien común entre todos nosotros. Ahora sé que cada segundo que pasa hay que vivirlo al máximo y sobre todo hay que luchar y luchar aún con el cielo negro, que siempre habrá luz detrás de este.

Casualmente es como se forjan los líderes, buscando siempre un mundo mejor.

Y tú, ¿ya empezaste a hacer un mundo mejor?


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