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Por: Ana Victoria García Álvarez

FUNDADORA Y DIRECTORA GENERAL

VICTORIA 147

“Raíces es permanencia, es empatía, es significancia.”

Si dudas a dónde vas, deberás regresar a ver de dónde vienes… Yo vengo de una familia de inmigrantes. De ahí aprendí a querer dos culturas, a sentir casa en la tierra donde vivo y en el lugar intangible donde está mi corazón. Tengo sangre española que late al ritmo mexicano; me emocionan las notas de un acorde sevillano, así como las de un mariachi, lo mismo vino de la rioja que un buen tequila. Soy lo que mis antecesores me enseñaron más lo que he construido a partir de ahí. Soy mezcla por mis raíces, soy flexibilidad, adaptabilidad, voluntad y trabajo.

Vengo de los que debieron buscarse la vida en un lugar nuevo y desconocido, de los que tuvieron que aprender otras costumbres sin dejar de honrar las propias. De los valientes exploradores, de los incansables trabajadores, de los cariñosos y unidos familiares.

Soy de raíces largas y arraigadas, pero sobre todo orgullosas.

Raíces para mí significa muchas cosas, significa vida, nutrición, crecimiento, pero sobre todo significa solidez. Raíces significa acción, sentimiento, rumbo, recordatorio, es definición y es familia; Es un viaje al pasado, un ancla al presente y una fortaleza para avanzar hacia el futuro.

¡Qué afortunados aquellos que conocemos nuestras raíces! Porque conocer de dónde venimos nos responde muchas preguntas de hacia dónde vamos. Y no solo de eso, sino de lo que somos, de cómo actuamos, de cómo filtramos, vemos el mundo y sobre todo de cómo reaccionamos a él.

Y justamente viendo mis raíces, detectó el tatuaje que han dejado en mí hacer. Mis raíces me influenciaron a ser emprendedora; Mi mamá, a quien le enseñaron a trabajar, me enseñó a trabajar a mí también. Decía: “Deberás buscar lo que quieres por tus medios ¿Qué harás para obtenerlo?” Y así, desde pequeña es que vendía dibujos en la escuela, hacía collares que vendía entre mis tías o hacía la limpieza en mi casa cuando no había quién lo hiciera. Detectar oportunidades es lo que hace un emprendedor; y mi familia estaba llena de ellos.

De chica mi mamá me enseñó con la herramienta más poderosa; La del ejemplo.

Más adelante comencé mi propia empresa; Victoria147. Una academia de negocios que se enfocaría a cerrar la brecha de género, acercando capacitación y una comunidad a mujeres que quisieran iniciar o crecer su empresa.

Todo comenzó cuando en mi primer trabajo en Endeavor, una aceleradora de negocios que se dedicaba a detectar e impulsar emprendedores, me di cuenta de que no había mujeres.

¿Por qué de un portafolio de 100 emprendedores que formaban en ese entonces parte de Endeavor, solo 3 de ellas eran mujeres? ¿Por qué en la mayoría de juntas entre los mentores yo era la única mujer? ¿Dónde estaban las demás?

Algo no hacía sentido… Y más porque en México en ese entonces (hace diez años) las mujeres representamos el 52% de la población del país y el 51% de la población que se graduaba a nivel licenciatura. México sin duda se estaba perdiendo de talento.

¿Qué sucedía? ¿Por qué el mundo equitativo que veía en mi casa sobre un papá y mamá que trabajaban no se reflejaba en el mundo que yo veía en mi trabajo?

Debíamos hacer algo, debía hacer algo.

Me di cuenta de que las mujeres buscamos algo más que solo hacer empresa cuando emprendemos. Me di cuenta de que, además, las mujeres atravesamos por muchas decisiones conforme vamos creciendo y entre ellas la familia es una que definirá nuestro rol como profesionista. Él ¿Cómo te enseñaron que sería tu camino?, influye en las decisiones que tomarás, volviendo a las raíces; Tu ascendencia es un ejemplo a seguir o uno a romper para la creación de tu propio camino, y las mujeres lo entendemos bien.

Así nació Victoria 147, una academia para mujeres emprendedoras, con la intención de incrementar el porcentaje de mujeres en los negocios, para proponer una forma distinta de emprender, para romper el status quo y atrevernos a tomar lo mejor de nuestras raíces, pero innovar hacia un nuevo camino, uno más actual, uno que nos funcione en la realidad de hoy.

Diez años y más de quince mil emprendedoras después, me doy cuenta de la gran influencia que mi historia ha tenido en los pasos que he decidido tomar.

Las raíces no son solo un acto del pasado y de dónde venimos, es un acto del presente. Se traduce en la capacidad de adaptación, a las decisiones que tomas, a la historia que te compras y aquella que decides crear. Se traduce en la tribu a la que perteneces, la familia que elegiste; Raíces es permanencia, es empatía, es significancia. Raíces es dejar huella por tu paso en el mundo, y por ende no solo pasado, ni solo presente sino también futuro. Es dejar descendencia, es convertir tu experiencia en el aprendizaje de alguien más, en profundidad, es crecer fuerte hacia adentro para poder sostener el crecimiento hacia afuera; Es prepararte a ser al sostén en escasez, es filtrar posibilidades, es administrar recursos, es fomentar el florecer. Es la dualidad entre la oscuridad y la luz, es metamorfosis y cambio.

Y llega el día en que cuando haces consciencia de que, si bien has tenido una influencia por tus raíces, tú comienzas a crecer las propias. Ese día que decidiste independizarte de casa de tus papás, aquel primer viaje que hiciste solo, la pareja que elegiste, la pareja que dejaste ir, los amigos que te rodean, los trabajos en los que invertiste tu talento, la casa que compraste o el espacio que rentas para habitar, los hobbies que realizamos, los libros que lees, la música que te acompaña en las mañanas y el ritmo al cual decides moverte.

La actitud que adoptas ante la vida, la historia que te cuentas y las decisiones que tomas; regará, nutrirá, crecerá y definirán tus raíces también. Aquellas que en momentos difíciles te sostendrán, darán claridad, serán fuente de sentido común, recordarán de dónde vienes y quizás te ayuden a entender mejor a dónde vas.


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