Lorena Martínez Ramírez
Comparte en tus redes sociales

Por: Lorena Martínez Ramírez

DIRECTORA GENERAL

CONSULMERK

En la actualidad la visibilización de los liderazgos personales es una constante, las redes sociales, los medios masivos de comunicación, así como la inmediatez de la información y los nuevos canales, han permitido exaltar las personalidades de grandes líderes que han cambiado al mundo.

Existe un culto al poder, al dinero, al éxito perpetuo, que ha vuelto más vulnerables a los líderes, la presión interna y externa a la que están sometidos, las exceptivas que se generan alrededor de su desempeño en todos los ámbitos en los que se desenvuelven, han hecho mucho más compleja la tarea de ser un buen líder. Se les ha impuesto la obligación de actuar bien en todo momento, tomar las mejores decisiones, ser ejemplo para sus seguidores y hablando de manera general, se les prohíbe implícitamente cometer equivocaciones.

A lo largo de mi vida profesional, he conocido a grandes personajes de la vida política, empresarial y social de México. Algunos de ellos siguen siendo referentes a pesar de estar retirados, otros en cambio, no han dejado huella alguna. Me pregunto ¿por qué algunos son tan memorables y otros desaparecen, tan pronto como desaparece su encomienda? La experiencia me ha enseñado que el manejo del liderazgo es una tarea compleja, y que la palabra “jefe” a veces se confunde con la palabra “líder”. Es preciso remarcar las diferencias entre ambos conceptos. Los líderes inspiran, motivan, marcan emocionalmente a las personas, y la admiración que generan en los demás proviene no de una jerarquía, sino de su capacidad de diligencia. No cualquiera es capaz de convertirse en un referente.

En las últimas décadas, se ha hablado y estudiado mucho acerca de las cualidades y habilidades que caracterizan a los líderes, pero poco se ha escrito acerca de sus miedos, sus necesidades, sus inseguridades y todo aquello a lo que se enfrentan cuando nadie los ve. Encontrar el equilibrio entre dar órdenes, gestionar un equipo, administrar y hacer rentable una organización, no es una tarea fácil. Algunos líderes no pueden sostener la carga emocional que implican todas estas tareas. El liderazgo requiere primordialmente del autoconocimiento, la autogestión y la autoconciencia; si ignoramos lo que sentimos será imposible orientar nuestras acciones, pues nos secuestrará nuestra parte emocional e irracional y actuaremos de manera poco acertada.

Es fundamental que los nuevos estudios y las distintas disciplinas se enfoquen en la estabilidad emocional de los líderes, pues al encontrarnos ante la adversidad y durante las crisis, afloran en nosotros también el miedo, la ira, la tiranía y el desorden mental. Los que permiten que sus emociones negativas se desborden contagian a sus seguidores, y son incapaces de motivarse así mismos y a los demás. Cabe preguntarse entonces: ¿quién motiva y acompaña al líder?, muchos de los grandes personajes se han enfrentado a noches oscuras, a puntos de quiebre, amenazas, cansancio, derrotas, traiciones, y nadie habla de gracias a quién o de qué manera se han podido mantener en pie. Creo que la clave está en la forma en la que se miran así mismos, en la capacidad que tienen de sostenerse en sus círculos más íntimos, en continuar moviéndose a pesar de tener poco claro el camino a seguir. Perdonarse sus errores, sus malas decisiones y quitarse la culpa son tareas prioritarias para conseguir el éxito. La desdicha provoca la rendición de algunos; a otros en cambio, los reta, los crece y les impulsa a descubrir maravillosas formas de reinventarse, de seguir viviendo y revelarse ante el destino. Esto es lo que hace a los verdaderos líderes. Personas que inspiran, que lloran, que sufren, pero siempre se levantan y son resilientes.

¿Cuántos de nosotros hemos pensado en algún momento de nuestras vidas si estamos haciendo lo correcto? ¿Cuántas veces hemos pensado en abandonar proyectos, tareas o ideas que presentan obstáculos y desmotivan nuestro andar? ¿Qué nos hace seguir caminando a pesar de las dificultades? ¿Qué herramientas y qué personas necesitamos tener a nuestro alrededor para no sucumbir ante los desafíos del día a día?

El nuevo liderazgo debe humanizarse, debe mostrarse como algo alcanzable e inspirador, como una necesidad urgente para solucionar los problemas que aquejan a la humanidad, a partir de una visión más realista y congruente con la realidad.


Comparte en tus redes sociales