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Por: Dora Alicia Martínez Valero

DIRECTORA GENERAL DE ASUNTOS ELECTORALES

TELEVISA

“Las raíces son el impulso más poderoso para las transformaciones y los cambios, los propios y los de la humanidad.”

A mis raíces,
Everardo, Dora Alicia, Ger, Ad, Paco y Yolanda

A mis hermanes
Pepe, Mara, Derek, Annemarie, Zaira y Silvia.

Cuando hablamos de raíces, inmediatamente pienso en dos significativas preguntas: ¿De dónde venimos?, y ¿A dónde vamos?, pasado, presente ¿En dónde estamos? Y sobre todo futuro, dependiendo de la raíz, es la calidad del fruto.

Hablar de raíces es hablar de cultura, de nuestros ancestros, que sin duda es nuestra mayor riqueza: es de dónde venimos, es lo que nos hace SER, lo Grande que somos los mexicanos. Pero también las raíces se nutren de otras experiencias vividas, que sin duda nos fortalecen y nos permiten ser quienes somos.

También creo que mientras la raíz está viva, la recuperación y los renacimientos son posibles, por ello no debemos dejar que las raíces mueran, pues son el medio para seguir viviendo y ser más.

Ir a los orígenes siempre, puede ser doloroso, pero sin embargo, si nos involucramos en nuestras raíces, estamos llegando a lo mejor que tenemos, es la herencia de nuestros antepasados y la riqueza, espiritual, cultural y material, es nuestra esencia.

Tengo claro, que si yo soy fruto, antes fui flor, si soy flor, antes fui planta, si soy planta, antes fui raíz, las raíces, son la esperanza, de lo que llegaremos a ser, son las vidas ocultas y originales de la promesa que llegará a ser. No se ven, muchas veces, las raíces, pero ahí están dando vida, ante la hermosura del árbol, su follaje y sus frutos.

Las raíces son las causas que se transforman en efectos, son amores que fueron y otros permanecen vivos, son el ADN que llevamos en nuestro ser, que impacta sobre nuevas generaciones, y gracias a ello la trascendencia.

Considero que las raíces, además, son el impulso más poderoso para las transformaciones y los cambios, los propios y los de la humanidad.

Con el paso del tiempo nuestras raíces se entrelazan con otras y dan nuevos orígenes, nuevos pueblos, razas, especies, personas, todas invaluables y particulares. La diversidad, por ejemplo, está también en las raíces de otros que mezclados enriquecieron lo que ya eran.

Las raíces no son privilegio de nadie, ni de nada, son propiedad y patrimonio de la humanidad, mío y tuyo, de todos, si bien hay muchos tipos de raíces, tantas como plantas, no hay ninguna mejor que otra, ellas no hacen distingos de clases sociales, todas las tenemos y todas pueden florecer.

Cuando festejamos los cumpleaños, a la madre, al padre, a los abuelos, a la patria en realidad celebramos a las raíces.

Yo he tenido la fortuna de tener raíces fuertes, de sangre y de corazón, de las cuales me siento profundamente orgullosa y que me hacen ser quien soy, comparto esas raíces con mis hermanes, todos distintos, pero en unión y con el paso del tiempo, las mismas se han vuelto robustas e indisolubles.

Si bien, hay raíces escondidas que de pronto se hacen presentes y aparecen, como por arte de magia, ante nosotros, aunque las creíamos perdidas, están vivas y vigorosas.

Sin duda, hay ramas de esas raíces que debemos cortar y ahí injertar mejores, avances, que nos permitan evolucionar para bien, dejar estereotipos antiguos y dañinos que no nos impiden crecer, como el machismo por ejemplo, o la intolerancia a lo distinto.

Si bien, debemos amar a nuestras raíces, siempre podemos mejorarlas y hacerlas crecer, pues de ahí viene todo, cada día que vivimos y cómo lo hacemos, viene de ahí, del trasfondo, de lo que no se ve, pero en el fondo somos.


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