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Por: Karla Ivette Mawcinitt Bueno

PRESIDENTA

FUNDACIÓN POR MÉXICO

La reciprocidad es una habilidad, una herramienta: es un don natural que los seres humanos debemos aprovechar. En nuestra breve historia sobre la Tierra, hemos evolucionado y establecido relaciones sociales antes sin discriminar en términos de cultura, lenguaje y o diferencias anatómicas.

Creo que esto se debe a una forma de vincularnos cuya magia es tal que tiene un valor universal -aunque no siempre la valoramos-: la reciprocidad. Si observamos nuestro entorno natural, notamos que la vida del árbol es útil no sólo para sí mismo, sino también porque es hogar para otros -como las abejas, cuya miel, a su vez, ¡hace milagros!- y porque en comunidad conforma bosques que pueblan las montañas desde cuyas cúspides descienden aguas cristalinas… Aunque se lea como lugar común (cliché) y suene a obviedad, hay que insistir en esto porque tenemos que entender que como especie racional formamos parte de estas cadenas virtuosas y que, queramos o no, para bien o para mal, nos complementamos recíprocamente.

Personalmente, asocio la reciprocidad -en mi vida cotidiana y en la forma en que me relaciono con los demás- con el bienestar general. Desde pequeña y gracias a las enseñanzas de mi familia, he tenido muy claro que la riqueza no se trata de acumular, de guardar o de retener para sí, sino por el contrario, ante la inadmisible carencia de muchos, de compartir, de ser generosos. Aprendí que para vivir bien debo entenderme como persona entre personas, como individuo en comunidad.

La verdad es que las cosas más hermosas de la vida están basadas en relaciones de reciprocidad: la familia, el amor, la amistad, el aprendizaje y la diversión. Sin embargo, la cultura de la modernidad ha intentado -y hasta cierto punto ha logrado- relegar la reciprocidad a la esfera privada, expulsándola de la esfera pública, como si bastara con contratos, incentivos, plusvalías, reglas e intereses para relacionarnos. Pero yo soy de armas tomar: mi formación profesional, educativa y vivencial me impiden permanecer indiferente e inactiva ante el hecho de que 85 personas acumulen más del 50% mitad de toda de la riqueza de nuestro planeta, frente a más de 3,500 millones de habitantes que viven en pobreza extrema, que no pueden satisfacer sus necesidades vitales básicas como alimento, agua potable, techo, salud y educación. Me encuentro de pie ante esta realidad de desigualdades urgentemente obligada a actuar para cambiar las maneras de pensar, de generar riqueza, de vivir; las mías y las de los míos, y si se dejan también las de todos quienes me rodean, para incorporar permanentemente la gratuidad, la reciprocidad, la diversidad y la complementariedad como aspectos claves de la vida.

Así que puse manos a la obra. En 2017, mientras dirigía mi empresa MB Excelencia en Comunicación, le di forma a mis ideas, materialicé mi sueño: creé Fundación Por México, una asociación civil sin fines de lucro por medio de la cual mejoramos la calidad de vida de los mexicanos que viven en comunidades vulnerables a través del desarrollo de modelos educativos integrales centrados en la capacitación y certificación de competencias que permitan a los beneficiarios vincularse laboralmente con las empresas nacionales y globales que cuentan con operaciones en la zona. Es una iniciativa basada en la reciprocidad entre la sociedad civil, las empresas y el gobierno: colaborando, aportando, hemos podido llevar educación y desarrollo económico a algunos rincones del país como Estado de México, Oaxaca, Sinaloa, entre otras. Gracias a experiencias como ésta sabemos que podemos afectar positivamente a cualquier comunidad en el país que lo requiera.

Se llama Aula Por México®. Es un modelo tejido por ese elemento esencial de la economía social: la igualdad porque sin igualdad sustancial no hay reciprocidad. El modelo está diseñado para que la comunidad donde tiene operaciones la empresa aliada se beneficie con el acceso a modelos de educación tradicional, digital y de capacitación y certificación de competencias que permitan que los habitantes adquieran el perfil profesional que la empresa requiere de sus trabajadores para poder vincularse a ésta. De la implementación del modelo se derivan desarrollo económico real, mayor seguridad y disminución de la rotación del personal de la empresa (o, visto de otra forma, establecimiento de relaciones laborales duraderas, cimentadas en la confianza que traen los años de colaboración), por mencionar algunas ganancias de esas que sí convienen.

Aula Por México® es un modelo de reciprocidad incondicional que Fundación Por México facilita a empresas que tienen la vista puesta en el futuro y los pies sobre la tierra; por medio de éste se activa un ciclo provechoso para la comunidad extendida; extendida porque ahora también la integra la empresa misma. Los intereses son comunes porque son recíprocos.

Ahora bien, ¿cómo se genera una lógica de reciprocidad? La visión de desarrollo económico con vocación de trabajo por la dignidad humana propia de Aula Por México® invita a las partes a establecer como objetivo el bien común; en este sentido, convoca a los empresarios y a los gobiernos a partir de una economía humanista y procurar su sostenimiento. Lo que está en juego es la necesidad de alcanzar una colectividad auténtica; lograr esta meta es tan significativo que requiere que todos los integrantes de la comunidad en expansión la comprendan a fondo y actúen de buena fe, con el corazón, bajo una lógica de relación a largo plazo, contemplando que se están resituando las metas en tanto que se están humanizando los principios, y todo esto implica cambiar los procesos económicos y sociales actuales adecuándolos al gran proyecto común que permitirá obtener resultados hoy inimaginables.

Desde ayer necesitábamos unirnos sociedad civil, gobierno y empresa para resolver el gran desafío de la educación en México, que hoy definitivamente es aún insatisfactoria cuando no inalcanzable para miles de comunidades. En Fundación Por México, y en mi vida, por supuesto, abordamos los problemas empezando por dejar de pensar en cómo hacer las cosas y más bien plantearnos para qué hacerlas. Priorizamos fomentar la reciprocidad entre empresas y habitantes de una localidad -poniendo en primer lugar de la lista a comunidades con altos grados de vulnerabilidad-: que se vean, que se conozcan, que se reconozcan como aliados. El estándar que buscamos es que la reciprocidad exista desde la concepción del proyecto de inversión y que se mantenga durante la contratación del personal que laborará en la empresa.

Durante estos tres años con Fundación Por México he aprendido que la reciprocidad ocurre de diversas formas, y que ninguna es más importante que otra. Nuestro trabajo es insistir en que la reciprocidad es un principio fundamental para establecer relaciones benéficas y fructíferas a largo plazo, como aquellas que deben existir entre la educación y el desarrollo económico. Al mismo tiempo impulsamos la humanización de la visión económica tradicional, alejándonos, como primer paso, del interés privado para abrazar el interés común.

La reciprocidad es antes, es primero, que muchas otras cosas aparentemente concretas; es difícil pensar en justicia social si no se ha materializado la particular concepción de bien común para cada comunidad extendida: hay que convencernos de que para que nos vaya bien a todos, dejemos dejar de pensar como individuos y pensarnos en colectivo.

Si te interesa conocer más a fondo el modelo Aula Por México® escríbeme a [email protected]

*Presidenta de Fundación Por México (www.pormexicofundacion.org) y Directora de MB Excelencia en Comunicación (www.mbeec.com)


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