Comparte en tus redes sociales

Por: Blanca Lilia Ibarra Cadena

COMISIONADA

INSTITUTO NACIONAL DE TRANSPARENCIA, ACCESO A LA INFORMACIÓN Y PROTECCIÓN DE DATOS PERSONALES (INAI)

“No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo”.

– Autor desconocido

¿Qué es lo que nos motiva a perseguir nuestros sueños, por muy difíciles que parezcan, sin rendirnos en el camino para lograrlo? Soñamos con materializar nuestros deseos y enfrentar con entereza las adversidades para alcanzar la meta. Como refiere el epígrafe que acompaña el título de este texto, nunca rendirse y continuar es la clave; darnos por vencidos no es opción. Necesitamos mantenernos con firmeza en nuestros objetivos, ser resilientes y constantes, buscando conquistar aquello que anhelamos a pesar de las circunstancias.

Desde muy joven, mi vida ha estado vinculada con el mundo de la información. A los dieciséis años, comencé a desarrollar mi vocación periodística en medios impresos y en emisoras de radio en mi ciudad natal Puebla. Posteriormente, fui invitada a trabajar en la televisión poblana, donde permanecí durante quince años, viviendo con entrega, compromiso y pasión las tareas propias del ejercicio periodístico: realizar cobertura de acontecimientos importantes, recabar los testimonios de actores relevantes de la vida pública, preparar reportajes e, investigar y corroborar la información de mis fuentes.

Tras este periodo, de que podía aportar más a la sociedad al potenciar mis habilidades y abrirme nuevos caminos, opté por darle un valor agregado a mi trabajo: tracé una ruta que se caracterizará por la innovación y riqueza de contenidos, la conexión con la gente a través de identificar sus preocupaciones e intereses y el acercamiento con distintos núcleos de la población para escucharles y darles voz.

Por fortuna, mi desarrollo profesional siempre fue de la mano de mi vida familiar, y comencé a combinar responsablemente mi faceta como esposa y madre de mis hijos Héctor y Alexia con mi vida laboral. Así, es cuando surge la oportunidad de continuar dentro del mismo mundo de la información, pero esta vez desde el sector público federal, en la Presidencia de la República. Con determinación, acepté que la vida me llevara por ese camino novedoso de alta responsabilidad y de mucha exigencia e incertidumbre, siempre apegándome a una convicción irrenunciable: ser un puente de comunicación entre la sociedad y las autoridades para acercarles la información que les ayude a tomar mejores de- cisiones, con un sentido de oportunidad y pertinencia.

Convencida de que la información de calidad es fundamental, trato de mejorar los procesos internos para facilitar este propósito, pero también encuentro rutinas organizacionales que generan barreras y resistencias que complican la consecución de esta meta. Así, con voluntad inquebrantable para atender mis compromisos profesionales, fueron pasando los años. A pesar de que surgen nuevas y aparentemente mejores alternativas profesionales, me rehúso a modificar mi vocación en el mundo de la información, por lo que rechazo opciones y decido mantenerme con firmeza en lo que me apasiona; sin prisa, pero sin pausa, cada día continúo aprendiendo, creciendo y disfrutando lo que hago.

Sin descuidar mi responsabilidad con mis dos hijos, comienzo otra ruta como docente universitaria impartiendo clases de las ciencias de la comunicación, al tiempo que regreso a los medios informativos y surgen nuevas oportunidades en el sector público que decido aprovechar. Ahí, en los albores del nuevo milenio, comienzo a vivir una etapa novedosa que ha marcado los últimos quince años de mi carrera profesional.

Desde el Congreso del estado de Puebla, soy testigo de la gestación de la primera Ley de Transparencia y Acceso a la Información. Pienso, -como decimos coloquialmente- ¡de ahí soy! Me siento afortunada de que, ante la complejidad de las circunstancias y las posibilidades, el mundo va poniendo frente a mí todo aquello que me apasiona, despertando en mí el interés genuino de involucrarme aún más en la defensa y pro- moción del derecho a saber.

Así pues, se publica la convocatoria para conformar el primer órgano de transparencia en Puebla. Con firmeza y convicción decido inscribirme; sintiendo que cubro con el perfil, la preparación y la trayectoria suficientes para ser parte de esta institución; mi postulación satisface los criterios requeridos, pero rápidamente las decisiones políticas logran im- ponerse, truncando mis aspiraciones y objetivo.

Un tanto decepcionada, permanezco en las tareas de Comunicación Social, sin que ello mermara mis aspiraciones por conseguir lo que tanto anhelaba. Decido continuar con mi preparación académica y curso una maestría en mi ciudad natal. Después de tres largos, pero fructíferos años, nuevamente se anuncia la convocatoria para seleccionar a un nuevo integrante de la Comisión de Acceso a la Información Pública de Puebla (CAIP). De esta manera, convencida de que ante ninguna circunstancia debemos claudicar en la búsqueda de nuestros ideales y convicciones, y mucho menos darnos por vencidos, optó por volver a participar en este proceso, pero esta vez el resultado me favorece: ¡el Congreso del Estado determina mi nombramiento por un periodo de seis años!

Durante esta etapa, descubro diversos contrastes; luces y sombras —tal vez más sombras que luces— en las prácticas que se reproducen al interior del gobierno. Ahí sí, las reticencias del poder para difundir la in- formación son amplias y variadas, provienen de diferentes actores y sectores. Tenía la impresión de que las autoridades no estaban plenamente convencidas de que entregar la información pública, además de ser condición para cumplir con nuestro mandato legal, debe ser un acto de voluntad, de conciencia y de responsabilidad. Experimento y vivo grandes momentos de tensión, de presión política y, desde luego, de franca intimidación. Pese a ello, continúo firme y con voluntad inquebrantable, cumpliendo con el compromiso que asumí y persiguiendo mis ideales y convicciones, convencida de que mi proceder es el correcto, pues solo estaba atendiendo con las disposiciones establecidas en la ley.

Tras desempeñarme con dedicación como Comisionada de la CAIP, la reforma constitucional de 2014 en materia de acceso a la información ofrece una oportunidad única, a nivel nacional, para contender por el cargo de Comisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Sabedora de mi trayectoria y mis capacidades, y llevando conmigo el manto protector de las enseñanzas, valores y principios que me otorgaron mis padres, decido trazarme una nueva meta en mi vida: luchar con ahínco y diligencia hasta lograr este objetivo.

Sin embargo, experimento una sensación conocida: a pesar de ser una de las candidatas con mayor puntaje en la valoración que hizo el grupo de evaluadores entre más de ciento cincuenta contendientes que acudimos al Senado de la República, nuevamente aparecen los fantasmas de las negociaciones políticas y al final quedó fuera del proceso.

De nueva cuenta, sentí cómo me invadía la tristeza y la decepción, pero no así la derrota; mucho menos el fracaso. Pienso en ser resiliente, en no darme por vencida y en dar mi mayor esfuerzo hasta conseguir mi propósito. ¡Lo tengo que lograr!

Al preservar mi vínculo con el mundo de los medios informativos, decido participar en la convocatoria pública para ser Directora del Canal de Televisión del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos y lo consigo, pese a las adversidades que buscaron descarrilar mi llegada. Desde el poder legislativo, prosigo con mi firme convicción de acercar la información a la ciudadanía que le brinde un panorama más amplio de la realidad que vivimos, ayudándole a tomar mejores decisiones.

Finalmente, en 2018, se publica una nueva Convocatoria para la renovación de dos Comisionados del INAI. Sabedora de que este objetivo me generaba una gran ilusión de poder contribuir a la sociedad de la in- formación y del conocimiento a través de un reciente y fortalecido organismo autónomo constitucional, continúo preparándome y dispuesta a luchar otra vez. Con motivación, carácter y una convicción irrenunciable, me mantengo enfocada en esta meta. En esta ocasión y después de las recurrentes valoraciones y acuerdos entre los diferentes grupos parlamentarios, el Senado de la República me designa Comisionada del máximo organismo de la transparencia a nivel nacional, encargado de garantizar el derecho a saber y la protección de los datos personales, por un periodo de siete años.

Y aquí estoy: como Comisionada del INAI, con gran reto por delante y una responsabilidad mayor para pugnar por la publicidad de la información, para que esta sea socialmente útil, particularmente enfocada a la población vulnerable de nuestro país, que ayude también a formar una ciudadanía más responsable y participativa, y que propicie que nuestras autoridades diseñen mejores políticas públicas y tomen mejores de- cisiones en beneficio de la colectividad.

Mi hija suele decirme que su mejor lección es que jamás me di por vencida. Y creo que tiene razón, no me rindo. Es por ella y por mi hijo, que no me rendiré. A ellos y a ustedes les digo: la constancia va hermanada con la prevalencia de numerosas dificultades, pero nunca debemos claudicar en la búsqueda de nuestros ideales, sueños y anhelos.


Comparte en tus redes sociales