Por: Claudia Márquez
CEO y Presidente
HYUNDAI MOTOR DE MÉXICO
“Cada día es una oportunidad de ser mejores. “
La evolución de las industrias y el crecimiento acelerado de la sociedad han provocado un cambio estructural en las empresas, en donde se ha generado una gran apertura a la diversidad de talentos sin distinción de género, raza, orientación sexual o nacionalidad. Llevo un camino recorrido de más de 25 años en el mundo automotriz, abrirme paso como mujer en esta industria no ha sido fácil, sin embargo, el compromiso y determinación han sido factores fundamentales para mi crecimiento profesional y personal.
Los estereotipos y etiquetas siempre han estado presentes, la ideología familiar y estándares sociales son catalogados como requisitos que deben cumplirse en cada decisión que tomamos en nuestra vida.
Ser mexicana, joven y mujer fueron tres barreras importantes ante las cuales me enfrenté, crecí en un contexto en el cual la expectativa de la mujer era estar en casa, el mundo laboral era para los hombres y apenas comenzaba a existir un poco de apertura a la diversidad en este aspecto. Estos hechos fueron determinantes en mi carrera, pues existían dos vertientes para encaminar mi futuro: dedicarme a mi casa o buscar el éxito profesional.
Decidí continuar en mi carrera, jamás pensé en mi llegada al mundo automotriz, ya que esta fue circunstancial. Inicié en BMW México cuando abrió sus puertas en 1995, y fue gracias a mis competencias y conocimientos del idioma alemán que logré entrar dentro de los perfiles requeridos en aquel tiempo. En ese momento, el camino me mostró dos posibilidades: crecer dentro del mundo automotriz o permanecer en el lugar que estaba en ese momento.
En absoluto imaginé que la vida y las circunstancias me llevarían hasta este punto. Tampoco creí que pudiera sentir este gran entusiasmo por una industria donde me he enfrentado a las más grandes batallas y que algunas ocasiones la rival fui yo misma. Mucho menos imaginé todas las oportunidades que hasta el día de hoy he tenido.
Es curioso cómo a veces esos pensamientos y estigmas con los que nos educan nos hacen etiquetarnos en una posición que no nos corresponde, pues todos tenemos la capacidad de llegar tan lejos como nos propongamos.
A partir del comienzo de mi carrera, comprendí que, aunque las barreras sean impuestas por alguien más, nosotros podemos convertirlas en algo positivo para nuestro crecimiento, rompiendo paradigmas y trabajando en nosotros mismos todos los días. Formar parte de diferentes marcas a lo largo de mi trayectoria y hoy posicionarme como la CEO y Presidente de Hyundai Motor de México me ha enseñado que todos tenemos la misma oportunidad de lograr nuestras metas, solo debemos buscarlas y tomar el riesgo.
Es verdad que, con el crecimiento, las responsabilidades aumentan, y el peso de los resultados recae aún más de nuestro lado. Como líder, tomar parte de las aptitudes y conocimientos del talento que es parte del equipo de trabajo es lo que te encamina a lograr resultados óptimos, traducidos en una empresa sólida y con un mejor posicionamiento en el mercado.
Para tomar parte de ese talento, es imprescindible la presencia de un líder, que enfoque sus objetivos y permee esa experiencia y visión a todo aquel que forme parte del equipo. El liderazgo es la capacidad de influir en las personas, siendo un impulso para trabajar por un objetivo común. Liderar implica fijar una visión y determinar el camino a recorrer, con la finalidad de lograr el cumplimiento de las metas planteadas. Ser un líder requiere de arduo trabajo, de genuinidad y entusiasmo, además de una visión y valores firmes, que ayuden a crear, desarrollar y buscar la excelencia en todo momento.
La importancia de un liderazgo firme y determinado radica en los resultados proyectados en cada equipo de trabajo y en el crecimiento individual, pues son estas experiencias y esta determinación las que forman el carácter del ser humano para lograr la superación y excelencia.
Desde mi punto de vista, hay factores que debemos reforzar y fomentar en este proceso de liderazgo: las relaciones colaborativas, el sentido de pertenencia, el reconocimiento, el agradecimiento, la comunicación y el compromiso con nuestro equipo de trabajo.
Es por ello que ser un ente de liderazgo conlleva una gran responsabilidad, ya que el camino recorrido tendrá como cimiento nuestros valores, carácter y personalidad. Hoy en día, y a pesar de haber tenido un camino con retos importantes, sé creer en mí a toda costa y busco la excelencia en todo momento, siendo factores que considero construyen el camino por sí solo.
Gracias a esto, es que funcionamos como un parteaguas de cambio y mejora constantes en las situaciones que la adversidad nos presenta. Todo esto puede verse reflejado en un ámbito profesional o personal. Cada acción que propongamos, realicemos o impulsemos estará estrechamente ligada a un cambio, el cual puede ser mínimo o mayúsculo.
Por esta razón, los principios y valores que rigen nuestro actuar deben ser firmes y jamás debemos comprometer la validez e importancia de los mismos, de esto dependerá nuestro crecimiento y mejora como seres humanos.
Sin duda alguna, el camino al éxito se encuentra lleno de emociones y mucho aprendizaje. Hay subidas como también bajadas, momentos buenos y momentos no muy gratos, pero no es insuperable. Al final un proyecto o un sueño inician de cero, con una pequeña o gran acción. No hay receta mágica. El éxito se encuentra en el empeño y esfuerzo que decidamos poner en nuestra preparación. No es cuestión de suerte, sino de convicción. Se requiere valentía, ser más que excelentes en lo que hacemos. Los barcos no pueden ir a la deriva, necesitan una ruta, pues fijar una meta es el primer paso para llegar al horizonte.