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Por: Juan Segura Warnholtz

CEO México, Caribe y Centroamérica

AON

“La honestidad abre la puerta al aprendizaje y es el cimiento del desarrollo del individuo.”

¿Acaso podrías pensar en tu realización como persona, en tener éxito y en tu felicidad sin hablar de honestidad?

La honestidad abre la puerta al aprendizaje y es el cimiento del desarrollo del individuo. Es indispensable para lograr crecimiento interior, para adquirir más conocimiento y entendimiento de uno mismo y lograr la superación personal.

En este artículo me permito exponer mis conceptos sobre esta virtud partiendo del individuo, la persona misma, posteriormente aplicándolo a la familia, la empresa y, finalmente, a la sociedad en general. Los conceptos que presento a lo largo de este artículo los comparto como una propuesta de introspección para el lector, esperando que puedan contribuir a su desarrollo interior y, con ello, a la expresión correcta de (más de sí mismo) su salud, abundancia y felicidad.

Para efectos de este artículo tomaré la siguiente definición práctica de la palabra Honestidad: Apegarse en pensamiento y acto a aquello que el individuo sabe y/o considera auténticamente correcto. Por lo tanto, cualquier actitud, pensamiento o acción en contra de lo que uno considera correcto es, en consecuencia, un acto deshonesto.

Estamos acostumbrados a relacionar la palabra deshonestidad con conceptos como robar o mentir, pero va más allá y abarca pensamientos y actos más comunes y cotidianos al grado en que, incluso, nos pasan desapercibidos. La mentira y el robo son muestra de deshonestidad, ya que los hacemos a voluntad, conscientes de que partimos de una idea que sabemos es contraria a lo que estamos diciendo o de que buscamos “apropiarnos” de un bien que sabemos que es ajeno.

Pero actuar deshonestamente puede ser mucho más sutil y aún más dañino que eso; cuando pensamos o actuamos de alguna manera que se aparta de nuestras convicciones reales, pero autojustificándonos por un supuesto bien encubierto por el ego, o por la ambición, la avaricia, la necesidad de poder o por algún otro pecado capital.

El mayor riesgo existe cuando actuamos apartados de nuestras convicciones, tratando de convencernos de que estamos haciendo un bien, ya sea a nosotros mismos o a terceros. Este tipo de deshonestidad es la más difícil de eliminar y la más dañina para el individuo, ya que bloquea, sin darnos cuenta, nuestro aprendizaje, crecimiento y desarrollo.

El individuo requiere honestidad para darse cuenta de que se está apartando de lo que su conciencia dicta correcto y para reconocer sus errores, aún y cuando crea o parezca que deja aquello que le da un beneficio personal. No hay peor engaño que aquel en el que cae el propio individuo pensando que está recibiendo un bien en el momento en que lo hace, sin darse cuenta de que está saboteando su armonía, éxito y felicidad propia.

Me permito tomar como ejemplo sencillo la crítica negativa sobre otra persona. ¿Cuántas veces caemos en hablar mal o burlarnos de otro individuo, sea solo en pensamiento o incluso como algo casual en alguna charla entre familia, o con colegas, compañeros o amigos? ¿Cuántas veces lo hacemos ya sea por enojo, por celos, por envidia o simplemente por ego personal? Cuando era joven un gran amigo me enseñó que hablar de otra persona no debe ser más que para expresar cosas positivas acerca de ella. Desafortunadamente creemos que obtenemos un beneficio de ello, ya sea porque estamos desahogando un sentimiento personal o simplemente porque en ocasiones se siente “sabroso” criticar a otro, sin darnos cuenta del daño que nos hacemos a nosotros mismos, reforzando una idea negativa acerca de algo y reafirmando un sentido equivocado que limita nuestra salud, nuestro abastecimiento y nuestra armonía mental.

Deshonestidad activa y deshonestidad pasiva

La deshonestidad pasiva es mucho más dañina al individuo que la activa, ya que a veces es imperceptible y la cubrimos con cualquier idea o concepto con la cual autojustificamos nuestra acción. Ahí está el daño con el cual bloqueamos nuestro aprendizaje y, con ello, nuestro desarrollo.

Como se ha mencionado previamente, mentir o robar son actos que se hacen a voluntad y es por ello que llaman la atención y son penados; se hacen conscientemente. Al mismo tiempo son actos controlados por la persona y pueden pararse también por voluntad y en cualquier momento.

La deshonestidad pasiva, por otro lado, es más difícil de identificar, es más sutil al individuo y, con ello, más dañina para su desarrollo. Puede ser menos notable a los demás, ya que afecta al propio individuo; por ello no es penada a la luz de la sociedad, pero tiene un castigo mucho más profundo y dañino para la persona, ya que bloquea su propio aprendizaje y su desarrollo.

No profundizaré en la ley de causa y efecto en este artículo, ya que no es el propósito y tan solo ello me podría tomar uno aún más largo que este, pero me permito tocar lo esencial de ella tan solo diciendo que la salud, el abastecimiento, la armonía y la felicidad del individuo van en exacta proporción a la aplicación de su calidad; y esta, a su vez, va en proporción directa al desarrollo que logre del entendimiento de sí mismo, de la Conciencia, la Vida, la Verdad. Un acto deshonesto, en consecuencia, aún y cuando en apariencia pueda darle a la persona un supuesto “beneficio”, en realidad está bloqueando su conocimiento de la verdad y, con ello, su desarrollo.

Algunas expresiones del individuo que actúa con deshonestidad:

  • Autojustificación: Intento convencerte a ti mismo o a los demás acerca de algo equivocado al suponer un beneficio mayor de corto plazo.
  • Soberbia: Ese sentimiento de superioridad ante los demás por falta de reconocimiento del bien de terceros o por creer que nuestro bien es mayor que el de ellos.
  • Falta de escucha: Cuando solo nos interesan nuestros puntos de vista y no tomamos en cuenta los de terceros.
  • Terquedad: Aferrarse a la postura propia por falta de apertura a ideas y al bien propuesto por un tercero.
  • Imposición: Cuando se obliga a que una idea propia sea utilizada o llevada a cabo por terceras personas.
  • Exceso de control: Por falta de reconocimiento del bien que aportan otras personas y cuando se quieren imponer las ideas del que tiene el mando.
  • Uso inadecuado del poder: Surge del ego de una persona que ostenta autoridad, cuando considera que imponer su voluntad le da un beneficio personal.
Honestidad como medio de crecimiento interior y de superación personal

La honestidad abre la puerta al aprendizaje, desbloquea la piedra que obstaculiza el desarrollo del conocimiento para dar paso al deseo natural e intrínseco del individuo de mejorar, crecer y evolucionar; es decir, de autocompletarse a través de lograr más entendimiento de sí mismo con respecto a la verdad de sí mismo. En ese autocomplemento radica su desarrollo y se expresa en su salud, abundancia y felicidad. Ese proceso es a lo que llamamos, desde un punto de vista, madurez.

El desarrollo del individuo parte de la honestidad. El reconocimiento de sus errores, debilidades y carencias, es el punto de partida para lograr un mayor conocimiento de sí mismo, para identificar las áreas en las que debe desarrollar más entendimiento de la Verdad; es lo que permite a la persona identificar ideas y conceptos diferentes a los propios, que puedan complementar y extender sus capacidades, habilidades y virtudes.

Es así, con base en todas las ideas aquí descritas, que considero que el verdadero compromiso del individuo está consigo mismo, con su crecimiento y desarrollo interior, basados en la honestidad. Y como decía el maestro, todo lo demás se dará por añadidura.

Honestidad y sus principales manifestaciones en el individuo:

  • Humildad: Se deriva de la honestidad. No puede haber humildad sin honestidad. Es esa capacidad de reconocer que estás equivocado, de reconciliarte con lo que es correcto y con la verdad, de pedir disculpas y de aprender de las ideas y virtudes de los demás.
  • Escucha: Aceptando que estamos en desarrollo, que no lo sabemos todo, que aún con nuestras cualidades y virtudes siempre habrá quienes puedan enseñarnos algo que complemente nuestro conocimiento de la verdad.
  • Inclusión: Que va de la mano de la escucha, reconociendo las cualidades y virtudes de los demás, que nos enriquecen y hacen mejores individuos.
  • Colaboración: Cuando el conjunto es más que la suma de sus partes, basada en el respeto por los demás y en el reconocimiento de que participar activamente con otros individuos nos lleva al complemento de atributos, cualidades y virtudes que nos permiten lograr un mayor bien que la suma de los bienes producidos individualmente.
  • Empatía: Que surge de manera natural cuando se despierta nuestro interés por conocer y entender los pensamientos y sentimientos de los demás.
  • Transparencia: Se da espontáneamente cuando no hay nada que ocultar, entendiendo que todos cometemos errores como algo propio a nuestro proceso de desarrollo y que reconocerlos es lo que da paso al aprendizaje y a la evolución.
  • Confianza: Basada en la certeza de que los demás individuos están pensando y actuando con base en lo que es bueno y correcto.
Honestidad y la Familia

Si quieres construir una familia unida, bien integrada y que perdure en el tiempo en sus valores, construye sobre la honestidad.

El amor, como valor fundamental del núcleo de la familia, no podría mantenerse sin el cimiento de esta virtud. Un acto deshonesto destruye la confianza y aleja a sus integrantes. Si bien el amor es fundamental para aceptar a otras personas con sus errores, carencias y debilidades, la deshonestidad hiere, destruye la confianza y puede llegar a terminar el amor entre los individuos.

Un error debe ser entendido como algo propio al desarrollo de la persona. El amor nos ayuda a perdonar a los demás a pesar de ello y a darles nuestro apoyo para su guía y corrección. Incluso un acto deshonesto, como un error puntual, puede ser aceptado y perdonado por otro individuo apegándose al amor. La deshonestidad sostenida, por el contrario, termina por destruir la confianza y la buena voluntad de las otras personas.

La honestidad es la piedra fundamental sobre la cual los miembros de la familia refuerzan sus relaciones en el tiempo. Como se mencionó antes, la honestidad da origen a la humildad; un error, incluso un acto de deshonestidad puntual, con la humildad nos lleva al reconocimiento de ello y a pedir disculpas. Ello refuerza la confianza y fortalece las relaciones en el largo plazo.

Basados en lo que se ha dicho con respecto al individuo, aplicado entre los miembros de la familia, la honestidad desarrolla la unión, la colaboración, el apoyo, la tolerancia, el perdón, el respeto y el amor, creando un círculo virtuoso entre los miembros de la familia.

La Honestidad y la Empresa

Semejante a lo que pasa en el ámbito familiar, la honestidad es un valor fundamental para desarrollar un equipo de trabajo sólido y funcional. El equipo logra sus mayores niveles de integración y de trabajo efectivo cuando a través de la honestidad de sus integrantes se logra la actitud positiva, la empatía, el compromiso y la buena comunicación. Estos valores fundamentales dan pie a la verdadera colaboración, engrandeciendo el resultado del trabajo en equipo, demostrando que la suma de los esfuerzos, trabajando en unidad y con enfoque en un objetivo común, es mayor que el total de la suma de los resultados individuales de cada uno de ellos.

La honestidad fortalece el trabajo en equipo, reforzando la transparencia, confianza y colaboración, incrementando el nivel de compromiso entre sus integrantes y generando un bien aún mayor.

La Honestidad y la Sociedad

Considero que no es necesario extendernos más para entender los beneficios del valor de la honestidad cuando esta se encuentra en la base de la interacción de la sociedad. Los conceptos se aplican de la misma manera que lo descrito en los casos de la familia y la empresa, pero abarcando todas las instancias de la vida de una comunidad. El desarrollo de un grupo social o de un país va directamente relacionado con y en proporción directa al nivel de calidad y honestidad de sus integrantes y dirigentes. El desarrollo económico, la seguridad y el bienestar social son resultado de ello y se dan por añadidura.

Conclusiones

La honestidad abarca todos los aspectos de la vida de una persona, se expresa en lo social, pero parte del espacio íntimo del individuo. La honestidad surge del interior de la persona cuando su manera de pensar y de actuar se apegan a lo que auténticamente sabe y considera correcto; de esta manera, cuando sus pensamientos y actos son coherentes con sus convicciones. Parte del individuo, con todas las implicaciones que eso tiene en su desarrollo personal, pero se extiende a los demás, cuando sus actos tocan a otras personas, abarcando todo lo que pueda implicar la convivencia de un grupo, de una comunidad o de un país.


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