Por: Leonardo Rodríguez Serratos
DIRECTOR GENERAL
ATALAIT
“Mis raíces son el reflejo de la trascendencia a la que puedo aspirar.”
“Lo pasado es la raíz de lo presente, ha de saberse lo que fue, porque lo que fue esta en lo que es.” -José Martí
Este es el cuarto año consecutivo que tengo la oportunidad de colaborar en este gran proyecto, y me encuentro con que las anteriores contribuciones han salido más desde el ego personal que desde la empatía con el que amablemente, al otro lado del libro, invierte su tiempo en estas líneas. Así que en esta ocasión hago el compromiso de abonar con casos prácticos que puedan ser de utilidad para el lector, así sean, como intentos malogrados de entretenimiento anecdótico, aunque ojalá, como realidades capturadas en la memoria de un profesional medianamente exitoso, pero claramente muy afortunado.
Entonces, me enfocaré en intentar responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo impactan las raíces u origen de una persona en sus posibilidades de tener éxito en la vida?, teniendo en mente a aquellos lectores que estén aún dentro de un ámbito educativo, o aquellos padres, que como a mí, nos atormenta el proceso de toma de decisiones que potencialmente ayudaran a nuestros hijos a ser exitosos, y ojo, que el tipo de éxito al que me estaré refiriendo, no tiene que ver con lo profesional, sino con lo sustantivo de cualquier ser, que es la capacidad de ser feliz y hacer felices a otros. Para llegar a este punto, tendré que abrir un largo paréntesis, por favor tengan paciencia, ¡les aseguro que llegaré!
Comencemos pues, con la especificación de lo que son las raíces, desde un sentido figurado se habla de la raíz o las raíces como el origen idiosincrático de un individuo o de una comunidad*, ok y ¿qué hacemos con esta definición?, pues si entendemos que la idiosincrasia son los rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad** entonces ya podemos empezar a construir. ¿Cómo impactan los rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo en sus posibilidades de ser exitoso en la vida? ¡¡¡Ah, pues un montón!!!
Ya lo he comentado en otras ocasiones, tuve la gran fortuna de ser confiado por las organizaciones en las que he laborado, con posiciones de liderazgo desde mis primeros años profesionales, de igual forma he compartido la relevancia que siempre he dado a mi participación directa a la enriquecedora función de entrevistar y contratar a los integrantes de mis equipos. Lo que no he compartido antes, son los detalles de mi proceso de reclutamiento, el que realizamos ahora en Atalait y la información con la que cuento después de más de 1,000 candidatos entrevistados de siete nacionalidades diferentes, que utilizaré en mi intento por responder a la pregunta formulada previamente.
Podrán imaginarse que dicho proceso ha evolucionado junto conmigo y mi madurez profesional y personal, pero siempre lo he dicho, la contratación exitosa de un candidato es una mezcla de empatía personal y profesional, urgencia de la contratación, suerte y alquimia… O sea, después de tantos años de participación en el proceso de reclutamiento, me sigo llevando sorpresas, para bien y para mal. Y es que la relación que se establece entre colaborador y organización una vez que se concreta la contratación, es una relación viva, esto es, ambas partes continúan evolucionando en lo individual y en lo colectivo, por lo que la principal variable en la que me enfoco, más allá del ajuste inmediato del candidato con la posición ofertada, es en la posibilidad que ese candidato tiene de crecer junto con la organización.
Siempre he buscado integrar en mis entrevistas algunas preguntas orientadas a identificar el intangible que es el ajuste del profesional y la entidad en el largo plazo, preguntas realizadas a los candidatos como; ¿Qué crees que es más importante, capacidad o esfuerzo?, ¿Por qué NO debería de contratarte? Y hasta, los infames casos de negocio ráfaga, como, dime cuántos semáforos crees que haya en la ciudad, guíame por tu proceso de pensamiento… Todos con respuestas imposibles, y que lo que buscan es tratar de entender en unos cuantos minutos la idiosincrasia (recuerden; rasgos, temperamento, carácter, etc. distintivos y propios) del candidato o ¡sus raíces! ¡Les dije que llegaría!
Durante los últimos años en Atalait, estructuramos un proceso de selección que consta de dos etapas, una etapa de validación técnica, que es más o menos estándar en cualquier organización, en donde la línea de management correspondiente a cada vacante realiza preguntas pertinentes a las credenciales, conocimientos, así como los logros profesionales de la candidata o el candidato. Mientras que en la segunda etapa, validación de fit (ajuste) cultural que llevamos en dupla el Director Ejecutivo de Estrategia (posición que es medida por objetivos trienales) y un servidor, evitamos cualquier pregunta concerniente a los temas ya cuestionados en la etapa de validación técnica, para enfocarnos en aspectos relacionados con los antecedentes académicos, entorno familiar durante las etapas de formación y si, algunos puntos relacionados con la carrera profesional, pero desde una perspectiva evolutiva, tales como ¿cómo consiguieron sus oportunidades laborales?, ¿quién decide la desvinculación de las empresas donde laboraron previamente?, buenas y malas experiencias que los hayan marcado como personas, etc.
En algún punto de esa argamasa de momentos y circunstancias, aquellos que discutimos junto con los candidatos en la etapa de validación de fit cultural, se imprimen las raíces de las personas, los orígenes idiosincráticos y desde mi entendimiento, los factores trascendentales que impactan las posibilidades de tener éxito en la vida.
Comenzaré por comentar acerca de los primeros años de vida, la infancia, es la etapa en donde todo se ve afectado por nuestra vida en familia, cualquier individuo durante su niñez y algunas veces hasta la adolescencia temprana se referirá a su desarrollo personal alrededor de sus padres y hermanos, tíos y abuelos, muy pocas veces alrededor de los amigos y evidentemente, nunca en los éxitos laborales. Si bien, he tenido la oportunidad de entrevistar a personas con todo tipo de entornos familiares, los que lo tuvieron todo, los de familias separadas, los de un solo madre o padre, a veces, abuelo o tíos, los hijos únicos, los mayores, los sándwiches, el factor que busco y me parece fundamental es la “confianza” y las “herramientas” con las que llegan a la adolescencia. La confianza en uno mismo es un rasgo de altísima prioridad, siempre y cuando sea mesurada, forjada alrededor de valores familiares y sobre todo sustentada en logros propios, mientras que los motivadores de vida establecidos en esta etapa temprana, pueden llegar a ser tan trascendentales que den combustible a la búsqueda de felicidad por toda la vida.
En una segunda fase, las personas, comenzamos a identificarnos y muchas veces a exigirnos como entes independientes, si, todos pasamos por esa etapa en donde buscamos emanciparnos del seno familiar y unos años antes o unos años después esta fase culmina durante las etapas de educación media / superior. La independencia se da en gran medida, aunque en mi experiencia no es una condicionante, por la necesidad que cada uno tiene de manifestarse como un individuo. A la pregunta que siempre realizó de, ¿Cómo pagaste tus estudios?, la respuesta siempre gira en torno de la condición de apoyo familiar, pero siempre hay un complemento que permite correlacionar el apoyo familiar con la responsabilidad del individuo. He encontrado que las personas más exitosas, mostraron desde etapas tempranas, un sentido de responsabilidad diferenciado, independientemente de si la condición económica familiar lo exigía o no.
Es en la etapa de la vida en donde ya no es solo la familia, ni uno en su independencia, en la que se nos abre el mundo, y las personas que esto conlleva, que se madura un rasgo fundamental en las personas exitosas, y recuerden, éxito integral no profesional, y este rasgo es la empatía. La empatía nos permite trabajar y fomentar el trabajo en equipo, cultivar relaciones con pares, superiores y subordinados, con clientes, proveedores y aliados de negocio, en fin, con cualquier ser humano del que se retroalimenta nuestro ser. La empatía por otro lado tiene un impacto profundísimo en nuestro temperamento, si bien están muy estudiados los diferentes tipos de personalidad, nuestra capacidad (Inteligencia Emocional – EQ) de relacionarnos con cualquier personalidad, depende totalmente de nuestra percepción empática del mundo que nos rodea.
Entonces, ¿Son la confianza en uno mismo, los motivadores de vida, el sentido de responsabilidad y la empatía, las raíces de un individuo con posibilidades de ser exitoso?, no necesariamente. Desgraciadamente, como para todos los aspectos trascendentales de la vida, no hay una receta secreta o una fórmula que funcione para todos. Mi humilde recomendación es generar a los individuos en etapas tempranas de su desarrollo, un sentido profundo de pertenencia y responsabilidad, entre más ambicioso mejor, con la familia, con la comunidad, con el país o con la humanidad. Vivir con el ejemplo y la máxima universal de tratar a los demás, cómo nos gustaría ser tratados, y ofrecer un acompañamiento cariñoso durante las etapas claves del desarrollo personal y profesional de cada uno de nosotros.
Madre amada, gracias por todo lo que has hecho por mí, y por escoger el tema de mi participación de este año.
Mis raíces son el reflejo de la trascendencia a la que puedo aspirar.