Por: Janelly Favela
Administración General
CAFÉ DE LA FLOR
“En cada cambio, cada reto, cada prueba, mi fe me ha mantenido en pie, confiando en que todo está como debe estar, tal cual como se presenta, aunque algunas veces se manifieste en el presente lejos de mis expectativas.”
Partimos de qué es o qué significado tiene la palabra “fe” para mí, que quizás difiera de lo que significa para ti. Yo crecí en una familia católica practicante, estudié en colegios católicos y de chica no me cuestionaba mucho lo relacionado con la religión, solo la practicaba. Ahora con algo más de madurez espiritual, he expandido un poco mis conocimientos acerca de las bases de la fe y con cada experiencia que se presenta confirmo mis convicciones religiosas.
Para mí la fe es tener plena y total confianza en un plan de Dios o plan mayor; es rendirnos a Su voluntad, es escuchar Su voz en el silencio y sentir Su luz en las señales; es la certeza de lo invisible, la certeza de que Él nos escucha.
He aprendido también que los católicos compartimos similitudes en los valores fundamentales con otras religiones y que, de alguna manera, como decimos coloquialmente “todos los caminos llevan a Roma”. Es decir, la gran mayoría de las religiones conducen a un mismo fin: el amor, la paz y la creencia en la existencia de un Ser Mayor o Supremo.
Hay también quienes definen la fe a través de la ciencia. Los científicos le llaman campo cuántico de energía, energía universal o mente superior. En la física cuántica también le llaman electrones.
Fundamentalmente, “fe” es la confianza en lo desconocido, en lo que no se ve con nuestros ojos humanos. Aun cuando no veo algo manifestado en el campo físico, sé y confío en que si es para mi bien llegará en su momento, y esto aplica para todo en nuestras vidas.
Podríamos decir que durante la pandemia todos, de alguna manera u otra, hemos experimentado algún tipo de reto; cambios inesperados en nuestra forma de vivir, de trabajar, de convivir. Hemos valorado muchas cosas y a muchas personas, sobre todo la salud y los momentos en familia o con seres queridos. Hemos visto la fragilidad humana, el desapego a lo conocido, la incertidumbre de lo que viene y hasta quizás muchos de nosotros en algún momento hemos sentido miedo. Y es bajo estas circunstancias que para mí la fe juega el papel principal. Esa confianza y esperanza en que TODO, absolutamente TODO lo que se presenta, está en el plan de Dios para mí. En cada cambio, cada reto, cada prueba, mi fe me ha mantenido en pie, confiando en que todo está como debe estar, tal cual como se presenta, aunque se manifieste en el presente lejos de mis expectativas.
Puedo resumir que este año me ha tocado experimentar muchos cambios, retos personales y laborales. En los momentos más difíciles he recurrido a la oración, a la fe, rindiéndome y entregando mis angustias, preocupaciones y expectativas a la voluntad divina. Para mí, la fe es lo que nos sostiene en las pruebas de la vida.
Todo lo anterior es importante para poder explicar la influencia que la fe ha tenido en mi forma de hacer negocios. En el ambiente laboral, la fe ha sido ese instinto que me ha llevado a tomar decisiones, a seguir en un proyecto o salir de él, a tener claridad en los planes, ideas y oportunidades que se presentan.
Trabajo en equipo con mi esposo desde hace 16 años, y en todas las decisiones que tomamos en cuanto a nuevos proyectos, oportunidades de inversión y formas de innovar, siempre nos preguntamos si esa nueva iniciativa que estamos por emprender se alinea a nuestros principios y valores, a nuestro propósito.
En el caso de los restaurantes, que es el área donde más nos hemos desarrollado como empresarios, tomamos en cuenta las características morales que concuerdan con nuestra empresa y con base a eso definimos desde lo más grande -como los espacios internos y externos- hasta cosas tan sencillas como el horario, el tipo de comida y bebidas, el ambiente, el tipo y volumen de música, la temperatura, todo para crear experiencias memorables en nuestros comensales. Con la confianza y fe de que mientras actuemos conforme a nuestros valores, tanto personales como de la empresa, todo fluirá debidamente, desenvolviendo como consecuencia espacios y lugares armoniosos y, hasta hoy, exitosos. Los proyectos se vuelven integrales, sumando también a personas que se identifican con los principios de la empresa. Y es en ese camino de fe, de estar abiertos y receptivos, que se presentan nuevas oportunidades de crecimiento y fortalecimiento.
En todo proyecto de negocio, desde que nace la semilla de una idea y en el proceso de desarrollarla, la fe juega un papel muy importante. Podemos relacionarla con intuición, con esa voz interior que nos hace tomar decisiones, dejarnos guiar por ese sentimiento que a veces es difícil poner en palabras, pero que se siente como un instinto. Cuando una oportunidad es para tu bien y para el bien común, todo fluye.
De igual manera, cuando algo no es para ti, algo pasa que te encuentras con piedras en el camino o puertas que se cierran. Aquí también entra la fe, y claro, no estoy hablando de desertar ante cualquier reto, sino de estar alerta, de seguir adelante y ver por donde se puede seguir. Pedir señales y estar atentos para identificarlas.
Este proceso de desarrollar una sensibilidad para las señales también forma parte de la fe, y para ello es importante aprender a tener momentos de silencio cada día; dedicando un momento de oración o de meditación, donde dejamos de hablar y de pensar, callando la mente para poder escuchar y sentir. Afinando nuestra intuición y esa conexión con el campo cuántico, con Dios, donde Le permitimos iluminar nuestras decisiones y abrirnos caminos si es que son para nuestro bien y el bien común.
En los momentos de duda o incertidumbre pregúntate, ¿qué debo hacer en esta situación?”, la respuesta la encontrarás siempre en donde encuentres paz.
Los seres humanos tenemos una capacidad infinita de posibilidades, solo tenemos que CONFIAR en nosotros mismos, tener FE en que somos capaces de lograr todo lo que nos proponemos. Nuestra responsabilidad está en identificar y desarrollar nuestras fortalezas y talentos, pero sobre todo ponerlos al servicio de los demás.
Cuando confías, cuando tienes fe, vibras en una frecuencia más alta. Entre más alta tu frecuencia más oportunidades llegan, más puertas se abren, más personas se alinean y se acercan a ti, y empiezan las coincidencias, o lo que yo llamo Diosidencias, pues confío en que es Dios quien te lleva, te habla y te muestra el camino.
Mi experiencia ha sido crecer en la fe, alimentarla a diario. Así como cuido y alimento mi cuerpo, cuido mi mente también para cuidar mi espíritu. Todo alimento que entra por los sentidos es lo que nos nutre, física y espiritualmente. Cuida y protege tu mente, alimentando tus sentidos con información saludable, no te llenes de “comida chatarra” ni de información que produzca en ti “pensamientos chatarra” o que bajen tu frecuencia haciéndote vibrar bajo.
El tiempo, como hemos aprendido en este último año, es limitado y es un recurso que no se renueva, por lo tanto, tenemos la responsabilidad de utilizarlo de manera productiva desarrollando nuestros talentos y disfrutando de cada momento.
Espero que mi experiencia te sea útil y sobre todo te motive a experimentar la fe, desde la ciencia o desde la religión, confiando en que somos energía y en que no todo lo que existe es visible a los ojos humanos. Confía y verás grandes resultados.
¡Mucho éxito!