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Por: Jacobo Agami

Director

BIZZARRO

“Genius is 1% inspiration and 99% perspiration.”

-Thomas Edison

Tuve la oportunidad de comenzar a trabajar cuando tenía 15 años, para mí en ese momento era una actividad más que realizaría por las tardes, después de ir a la preparatoria. En ese momento sin duda alguna no tenía ni la más remota idea del mundo en el que estaría entrando y todo lo que esto implicaba. Al principio parecía un rol más que cumplir por satisfacer lo que mi familia quería.

El tiempo siguió su marcha y este trabajo comenzó a implicar retos y responsabilidades diferentes, este tomó un periodo. Posteriormente me di cuenta de que el trabajo me había generado una disciplina que antes no tenía. Pero a su vez también generaba un estrés y una preocupación de temas, que para mis compañeros de la preparatoria no tenían mayor significancia, es más, ni siquiera los entendían.

Comencé a entender y a aprender muchas cosas, que eran totalmente nuevas para mí, también a conocer personas con roles, creencias, y experiencias totalmente diferentes a las que yo tenía. A veces había decisiones y acciones que me parecían hasta ridículas, pero mi mentor (mi jefe) me decía que así tenía que ser y que al cabo de los años lo entendería y se lo agradecería, lo cual así fue, pero en ese momento me parecían una burla total.

Después de algún tiempo, por primera vez empecé a escuchar el término empresa familiar, y algunas de los conceptos nunca los había escuchado, pero daba por hecho que en todos lados funcionaba así.

Al terminar la preparatoria, me di cuenta de que la experiencia adquirida había sembrado una semilla en mí, que hasta ese momento no me había dado cuenta. También me pude percatar que algunas de las decisiones referentes a la carrera que quería estudiar o lo que me gustaría hacer, eran para mí más fácil de decidir que para la mayoría de mis compañeros.

Con este tiempo de trabajar pude lograr generar un ingreso adicional, lo que me abrió las puertas a una de las satisfacciones más grandes que da el trabajo. Poder generar recursos a través de tu esfuerzo y dedicación y posteriormente poderlos ocupar para adquirir cualquier bien o servicio.

No todo era color de rosa, el estrés y las preocupaciones comenzaron a aparecer y tomaban un rol más importante. Pero a su vez también las responsabilidades y los aprendizajes. En pequeñas ocasiones empecé a tener otra de las satisfacciones que da el trabajo, poder compartir el conocimiento con alguien más.

Todo esto me llevó a tener una mayor presión en el trabajo, lo que me obligo a tenerme que preparar más, estaba claro que el reto era personal y estaba solamente limitado por los sueños que podría tener y a donde quería llegar.

En algún momento llegué a dar las cosas por hecho y que el éxito y los logros llegarían solos, que solo era cuestión de seguir el camino tal cual lo había hecho en la escuela, desde el kínder hasta la universidad. Pero prontamente la realidad me mostró que no era así, existían otros factores que afectarían directamente lo que entendía yo como éxito.

A su vez me di cuenta de que la medición del éxito, no solo se medía en términos de resultados económicos, si no existían otras muchas dimensiones para medir el éxito, las cuales tenían un poder y un impacto enorme.

Tuve la oportunidad de desempeñar un puesto gerencial, lo cual me enfrentó con la realidad de que no era tan fácil hacer que alguien más hiciera lo que para ti era obvio, tampoco era simple que la persona estuviera motivada y lo hiciera con total convencimiento. También empezó a cobrar una fuerza increíble el término Liderazgo.

Cada vez eran mayores las decisiones que tenía que tomar y muchas de ellas tenían un componente de incertidumbre, pero también te das cuenta de que la formación, la experiencia, el instinto y el ser congruente con tus principios y valores te llevo a tomar las decisiones correctas en la mayoría de los casos.

Las ideas de emprender un negocio empezaron a rondar en mi cabeza, y pensé que este era el siguiente paso. Tenía la percepción de que era muy obvio el modelo de negocio y que sería muy fácil, y que cualquiera lo podía lograr. Pero oh sorpresa al darme cuenta de que no era tan trivial como parecía y que había demasiadas cosas que jamás hubiera imaginado. También me di cuenta de que si quería hacer este emprendimiento tendría que ser una empresa que formara parte del grupo familiar. Al cabo de los años el rumbo y el giro del negocio sufrió vertiginosos cambios, como si fuera una montaña rusa con sus subidas y estrepitosas bajadas.

El tiempo no se detiene, a veces pensamos que todo cambia menos nosotros, pero la vida me dio un par de sacudidas para ver que no era así. Todo esto me hizo replantear mis prioridades y mi definición de éxito, así como visualizar el futuro que quería tener. Obviamente este tipo de decisiones llevan sacrificios, y muchas decisiones, que en ese momento implican mucha incertidumbre. Pero tu instinto te dice que es lo correcto y tienes que decidir y seguir adelante.

Me he dado cuenta de que hay que seguir avanzando todo el tiempo, no es necesario ver para atrás para vanagloriarnos de lo construido, sino al contrario debemos de seguir, porque si nos detenemos, aunque sea por un momento, el tiempo hará su trabajo y nos hará estar más atrasados.

Aún me queda un largo camino por recorrer y por aprender, no sé qué me depare el futuro, pero de lo que estoy seguro es que el viaje es apasionante y el éxito lo encontramos al disfrutar y vivir el viaje con toda la intensidad. Los verdaderos logros y éxitos se construyen con el trabajo de todos los días, con la suma de las pequeñas decisiones que tomamos, con la disciplina y el respeto al trabajo. Ahora me toca también desempeñar el rol, de poder transmitir esa pasión, a todos los colaboradores con los que trabajo, así como de poder compartir lo que he vivido y así poder generar un impacto positivo en ellos, y que a su vez ellos lo puedan generar en otras personas.


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