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Por: Fernando González Estrada

Socio Director

SNG

“La meritocracia individual es ficticia, el éxito conlleva un esfuerzo colectivo basado en la confianza y en un objetivo común, en donde los roles dentro del equipo de trabajo están perfectamente bien definidos.”

En el argot mexicano se usa mucho una frase/refrán que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Este refrán se usa para expresar que podemos conocer realmente a una persona a través de sus amigos, de su empresa y los ambientes en los que se mueven. Asimismo, nos recuerda la importancia que pueden tener las influencias negativas o positivas de un individuo o grupo, sobre otro individuo y/o grupo.

En situaciones de crisis es cuando más se evidencia la confiabilidad y compromiso de un individuo y/o un equipo de trabajo. De la misma forma se evidencia qué personas son nocivas para el mismo. Normalmente las personas nocivas son personas que buscan influenciar de manera negativa en el desempeño, compromiso y estado de ánimo del resto del equipo/organización. Lo anterior ocasionando una ruptura que en ocasiones puede llevar al colapso de la misma.

Sin temor a equivocarme la base de cualquier relación es la confianza. Lo anterior aplica para relaciones personales, laborales, de negocio, equipos de trabajo, entre muchas otras. La confianza es ese intangible que te permite creer ciegamente en que lo que te dice una persona o grupo de personas va a suceder o está sucediendo; es decir, siempre debe de ir acompañada de una acción. En ocasiones son actos de fe que nos permite tener un nivel de certidumbre de que las cosas van a pasar tal y como fueron planeadas.

Es importante realizar sesiones de planeación dentro de las organizaciones, en las mismas se define la estrategia y acciones tácticas para el cumplimiento de los objetivos planteados en el corto y mediano plazo. En los últimos años empezamos a tener dentro de la organización sesiones de Planeación Prospectiva. La prospectiva implica una visión holística (el todo por encima de las partes), teleológica (el largo plazo por sobre el mediano y el corto plazo) y trascendental (generadora y gestora de cambios estratégicos).

Lo anterior es de vital importancia porque facilita algunas decisiones de negocio; sin embargo, no todo sale como fue planeado. Por definición el mundo no es perfecto y es una realidad que habrá variaciones en relación con la planeación, y el presupuesto siempre estará incorrecto (finalmente el Excel lo aguanta todo).

En situaciones de crisis mundiales, hablando más específicamente de temas económicos y/o pandemias, por ejemplo, es un hecho que las organizaciones se estresarán y muy posiblemente para muchas de ellas estarán en riesgo de desaparecer, o los deje en bancarrota.

También en estas situaciones de crisis, es cuando varias organizaciones e individuos se sienten aún más vulnerables. Lo anterior, debido a que son cosas o situaciones que normalmente están fuera de su control; las mismas retan el estatus quo y viabilidad de su trabajo y propia organización. Viéndolo de manera adecuada, el sentimiento de vulnerabilidad precisamente puede ayudar a identificar los puntos críticos a ser considerados para no bajar la guardia. Es decir, el miedo a ser vulnerable debe de mantenerte alerta sin que lo anterior signifique que te deja congelado y sin capacidad de respuesta.

Los líderes dentro de un equipo de trabajo deben de tener la valentía para poder enfrentar sus dudas y debilidades, con el fin de construir soluciones sólidas y confiables con su equipo de trabajo. Lo anterior significa también, el evidenciar y abrir las cartas para poder compartir de manera abierta la problemática y/o reto que se tiene que atacar. De esta manera puede generarse un vínculo de confianza con el equipo de trabajo y buscar encontrar de manera conjunta una solución al reto.

En muchas ocasiones escucho sobre el excelente trabajo y el mérito de “X” o “Y” persona en el resultado obtenido. Si bien es cierto que hay personas claramente diferenciadas que buscan recorrer siempre el camino al “como si”, es un hecho que las mismas no podrían tener éxito sin el apoyo de sus compañeros de equipo. Los grandes pilotos de Fórmula 1, los delanteros de equipos europeos de fútbol, entre otros muchos ejemplos, no podrían concretar sus logros sin un apoyo de un equipo de trabajo de alto desempeño. La meritocracia individual es ficticia, el éxito conlleva un esfuerzo colectivo basado en la confianza y en un objetivo común, en donde los roles dentro del equipo de trabajo están perfectamente bien definidos.

El año 2020 quedará en la historia de nuestra mente y de la humanidad; desde el punto de vista profesional y como organización el hacer ajustes que permitieran darle viabilidad al negocio. Por un lado, teníamos una evidente crisis financiera y económica por la que pasaba el país; y por el otro lado, la pandemia que vino a definir un punto de inflexión en la forma en cómo interactuábamos dentro y fuera de la organización (empleados, clientes, proveedores y sociedad en general).

Esta realidad, también evidenció la importancia de tener al capital humano correcto. Las personas no son el activo más valioso que tiene una organización; las buenas personas, confiables, con cultura de liderazgo y comprometidas si lo son. Se volvió de pronto más claro y evidente el porqué tienes que tener cuidado a quien invitas a tu casa y/u organización. De la misma forma, también se volvió más claro identificar aquellas personas nocivas y que inhiben el crecimiento del equipo de trabajo; por mucho conocimiento técnico y/o especializaciones que un individuo pueda tener, si no es una persona de confianza que puede trabajar en equipo se vuelve importante y urgente su salida de la organización para liberar al equipo de esta contaminación.

Sin duda muchos aprendizajes de cómo la confianza y el trabajo en equipo puede ser la diferencia entre una organización que sobrevivió a una crisis, y muchas otras que se quedaron en el camino.


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