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Por: Borja Esteban Martínez

Director General

CANAINPA

“Para poder conducirnos con respeto, justicia y siendo libres, debemos ser responsables y honestos.”

Apreciado lector,

Con estas líneas solo pretendo hacerle llegar, una manera personal de cómo su humilde servidor considera que debe transitar por la vida en sociedad. Sin la menor pretensión de influir en su manera de pensar, pero con toda la intención de hacer de su conocimiento otra manera de ver la vida en sociedad, tan válida como la de usted.

Entiendo que el respeto a las personas es básico y primordial. Básico, porque tengo la firme convicción de que todos somos iguales ante la ley, bien sea divina, sea cual sea la religión que cada persona profese, o humana. Todas ellas, que deben servir para regular nuestro comportamiento dentro de la sociedad. Y primordial, porque si en nuestra interacción diaria con las demás personas, lo primero que reciben de cada uno de nosotros es respeto, considero que esa es la mejor tarjeta de presentación de quiénes somos, qué educación nos dieron y qué bagaje cultural traemos con nosotros.

El respeto a la persona que tenemos enfrente, no está ligado a la condición socioeconómica en la que cada uno se encuentre, ni por supuesto debe reflejar ¡nunca!, una subordinación de alguien ante otro, sino única e imperativamente el respeto y reconocimiento mutuo de la condición de ser personas. Es de justicia reconocer a los demás ser tan importantes para la sociedad como nos consideramos importantes nosotros mismos.

Cada persona es importante para los “suyos” la familia y los amigos y para las demás personas con las que interactuamos a lo largo de nuestra vida. Para la familia y los amigos, como apoyo. Tanto en los malos momentos para transmitirles nuestro pesar y recibir sus valiosos consejos, como en los buenos momentos para compartir con ellos nuestras alegrías. Si triste es no tener a quien acudir en la angustia, igual o más triste es no tener con quien celebrar las alegrías.

Para aquellos con los que convivimos en nuestro día a día fuera del entorno familiar, como pueden ser los compañeros en el trabajo o las personas con las que habitualmente nos cruzamos en nuestro transitar cada día. Una muestra de respeto hacia ellos o recibida de ellos, les hace y nos hace sentir mejor. Un simple buenos días, ¿cómo se encuentra? Nos hace sentir a todos que formamos parte de la sociedad y que se nos tiene en cuenta. ¡Nadie, nunca! Debe quedar fuera de algo tan básico como es la participación en ese grupo que llamamos sociedad, que a mi entender, no es otra cosa que como definimos el comportamiento en conjunto de los seres humanos.

La sociedad, hemos decidido conducirnos los unos con los otros siguiendo unos “principios” que como la propia definición de la palabra indica, son lo que va a la cabeza de algo, lo primero que vemos y percibimos de algo. Y hemos decidido plasmarlos en un conjunto de reglas. Las cuales van desde los mandamientos religiosos a las leyes y costumbres humanas. Estas reglas son las que protegen nuestra libertad, la cual, no debemos olvidar, tiene límites y estos vienen establecidos por la libertad de todos los demás, sin poner a ninguna de ellas propia o ajena, ni por encima, ni por debajo unas de las otras. Esto, como ya se habrá percatado, no es otra cosa que la justicia en sentido estricto y puro. No la aplicación de la misma, cuando alguien transgrede estos límites que los seres humanos en sociedad, por medio de diferentes mecanismos desde que el hombre es hombre, decidimos establecer para proteger la igualdad de todos.

Creo también, que para poder conducirnos con respeto, justicia y siendo libres, debemos ser también responsables y honestos. Responsables de nuestras acciones en sociedad. Acciones que en el fondo no deben tener otro objetivo que convivir en libertad de una manera respetuosa y justa con los demás, “la Sociedad”. Somos cada uno responsables de proteger esa sociedad y esas reglas de convivencia que a su vez nos protegen a todos y cada uno de nosotros y a nuestras libertades. Este trabalenguas no es otra cosa que la idea de que todos cuidamos de todos.

Mencionaba antes la honestidad. El ser humano está desenvolviéndose en sociedad, el ciudadano. Debe ser honesto en primer lugar consigo mismo para poder comportarse de una manera honesta en sociedad. Me resulta difícil, muy difícil, imaginar que una persona, con plenas facultades mentales, pueda despertar cada mañana y comenzar su día pensando que va a hacer cuando interaccione con otras personas para proyectar una imagen diferente de la persona que realmente es. Una persona honesta consigo misma hace lo que realmente piensa y es de manera general, honesta con sus semejantes. Lo que dice, lo siente. Un, buenos días que viene de una persona honesta suena diferente de aquel que viene de quien no lo es.

Es por esto que las personas honestas, respetuosas, justas, responsables y libres. Siempre en la humilde opinión de quien le está escribiendo. Son las que hacen evolucionar a la sociedad, elevándose de nivel generación tras generación, sin dejar a nadie atrás.

Esta visión personal de su servidor, de cómo entiende la vida en sociedad. Se ha ido formando a lo largo de los años y las incontables experiencias que la vida me ha aportado, que a día de hoy continúa dándome y Dios quiera otorgar más tiempo de aprendizaje y en una muy modesta medida por mi parte, me permita devolver una pequeñísima parte de ello, por medio de mi comportamiento en sociedad. Mejorando en cada uno de estos principios que he venido mencionando a lo largo de este escrito.

No puedo concluir, sin reconocer y agradecer la gran e inestimable valía de lo que mis padres en primer lugar, y mis profesores, acompañando a aquellos en mi educación, aportaron a mi persona en aquellos años ya lejanos, pero que con la edad y el paso del tiempo, valoro como tan importantes para mi desenvolvimiento en sociedad en mi día a día de hoy.

También tengo el honor y lo digo con orgullo y metafóricamente con la voz muy alta, que comparto amistad, sincero cariño y principios, con un grupo de amigos, la mayoría de ellos compañeros de colegio de los que con seguridad afirmo que todos ellos son mejores que quien escribe.

Ojalá nosotros, usted que ha tenido a bien otorgar a un servidor lo más preciado que tiene, que es su tiempo y yo, logremos contribuir a mejorar la sociedad y dejemos un legado a partir del cual, aquellos que nos sigan continúen en la escalada hacia una cumbre donde todos los seres humanos disfruten de una sociedad honesta, justa, responsable, libre y respetuosa.


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