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Por: Gerardo D. Mendoza

DIRECTOR CREATIVO DE CUENTAS INTEGRALES

MAKKEN

-Es muy joven para el puesto, no tiene la experiencia suficiente,
-Ya está viejo para entenderlo,

Son frases que hace algún tiempo llevan resonando no sólo en el mundo laboral, si no en el mundo en general; estamos viviendo una etapa en la que constantemente vemos una pelea inconsciente entre jóvenes y adultos. Quizá sea por las redes sociales o por que las brechas generacionales se volvieron un punto de comparación, puede que efectivamente los jóvenes seamos arrogantes y los adultos sean difíciles de comprender, la realidad es que el mundo está cambiando, y necesita de nosotros para seguir adelante. El mercado mundial ha evolucionado y hemos pasado de buscar un “título universitario” a buscar quién realmente tenga la capacidad de manejar la responsabilidad del cargo y eso es admirable, sin embargo existen muchas compañías que basan su nómina, en la suma de años y títulos de sus aspirantes, dejando a un lado personas que podrían tener un desempeño incluso mayor, solo por que no tuvieron la oportunidad de entrar a una institución con renombre, la desigualdad es una enfermedad que ha afectado al mundo entero y es un problema que nos tomará años sanar, sin embargo estamos enfrentando un momento en el cuál debemos dejar de vernos como enemigos, es verdad que la competencia es un motivador para todos y debemos concientizar a todos de eso, lo que es una sana competencia y no una carrera de egos que seguirán llevando al mundo a este estado de toxicidad social, no soy un experto en temas sociales, sin embargo por experiencia propia he entendido que cuando trabajas con una meta en común, no existen límites.

Algunas personas creen que el mundo no es lo que era y no queda nada en él, la verdad es que el mundo, sigue siendo igual, nosotros somos quienes hemos cambiado y en nuestro esfuerzo por volvernos iguales, nos hemos distanciado aún más, existe maldad en el mundo, eso es una realidad, pero nunca debemos olvidar que siempre hay esperanza, nuevas generaciones siguen y seguirán llegando, al igual que muchas se van, dejemos de pensar que existe una guerra entre generaciones, juzgando sus gustos y costumbres, aprendamos a vivir y trabajar de la mano, tenemos que abrir los ojos y ver cómo ambas caras son parte de la moneda, abracemos a las nuevas generaciones, ellos quieren luchas por su futuro, algo que nadie debería quitarles y a los jóvenes, escuchemos a los demás, ellos han vivido ya en este mundo, saben lo que hacen, incluso cuando no lo parezca, yo me atrevería a decir que estoy en un punto medio, en el cual ambas generaciones tienen un punto y no es bueno ni malo, es simplemente vivir, cuesta trabajo aprenderlo pero como bien dicen el tiempo se encarga de poner todo en su lugar.

Los jóvenes debemos de aprender que el mundo no es nuestro solo por que nacimos en el y todas las empresas deberían contratarnos por ser únicos y diferentes, queriendo entrar a una gerencia en cuestión de días, existen 7.594 miles de millones millones de personas en el planeta y todos merecen una oportunidad, sin embargo tenemos que aprender a luchar por él, es cierto que en el camino encontraremos muchas derrotas y parecerá que el mundo está en nuestra contra o que las empresas son nefastas y no se preocupan por la juventud, tal vez exista algo de verdad en algunos argumentos, sin embargo como lo enfrentamos está en nosotros mismos, si decidimos desprestigiar a una institución o tomarlo como un escalón más para llegar a la cima.

Y las empresas tienen que encontrar la forma de tomar a los jóvenes no como una estrategia de marketing, una mano de obra barata o una forma de darle un “refresh” a la empresa, tenemos que verlos como una oportunidad de abrazar el futuro del mundo, todas las ideas son valiosas, no importa de donde vengan, un paisaje no es bello solo por lo que vemos, también lo es por lo que no vemos, tenemos que dejar de ignorar la realidad y aprender a vivir con ella, el mundo nos necesita y nosotros necesitamos de los demás para poder conservarlo, esto dejo de ser un tema, político, social o económico, es una realidad que pide a gritos que comencemos a hacer algo por nuestro futuro, nos fijamos mucho en los errores el pasado y sin darnos cuenta cometemos los mismos, solo justificándose por cada acción mediante un juicio moral o una norma ética.

Es real que no se pueden hacer normas para cada individuo, ya que cada uno requiere particular atención y respuesta, sin embargo como empresas tenemos la enorme responsabilidad de aportar algo, tanto a la sociedad como al planeta, el mercado está evolucionado y con ello sus pilares, tomando iniciativas ecológicas y de empoderamiento a minorías, lo cual es digno de aplaudir de pié, sin embargo en algunos casos no se dan cuenta que dentro de su paredes, las personas no abrazan ese mensaje, ya que no lo conocen y es muy difícil que alguien defienda una causa que le es ajena, podremos transmitir felicidad pero nuestro personal no la conoce, es por esto que antes de armar una estrategia de marca y emitir un mensaje, debemos lograr que cada individuo que la forme, esté impregnada de ella, de lo contrario es una bala al aire que tarde o temprano caerá, dañando a alguien más, todo esto puede sonar muy “pesimista” pero es verdad, a lo largo de 10 años de experiencia lo he visto y sé de carne propia cómo puede afectar a una empresa completa, generando un daño interno y a cada individuo que la forma.

Busquemos formas de hacer crecer a nuestros colaboradores, unamos generaciones y logremos que México llegue más lejos, no es una tarea fácil pero es algo que todas las generaciones que habitan en él, lo van a agradecer y démosle oportunidad a aquellos que lo merecen y escuchemos a quienes lo ameritan, después de todo bien dicen, si quieres que alguien piense en grande, dalo algo grande en que pensar.


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