Por: Leonardo Rodríguez Serratos
SOCIO Y DIRECTOR GENERAL
ATALAIT
Que difícil escribir sobre la felicidad en tiempos como los que vivimos, al mismo tiempo que importante es hacer un alto en el camino y entender que no solo lo que genera felicidad para cada quien es diferente, sino que para cada persona puede cambiar con el tiempo y las circunstancias.
Dadas circunstancias como las de hoy, resulta mandatoria, y con suerte la más de las gratificantes, la invitación a la introspectiva, así que aquí va mi intentona de contenido congruente dedicado a mi hermosa esposa que justamente es quién me pidió escribir sobre este tema y una de las principales razones por las que lo puedo hacer.
Toda mi vida he sido un admirador de la felicidad , admirador de admirar ó admirāri que significa causar sorpresa a la vista o consideración de algo extraordinario o inesperado y que es la única forma de experimentar la felicidad, dado que a diferencia de lo que la cultura moderna, principalmente la occidental, nos ha hecho creer, la felicidad es un estado anti-natural del ser humano, la reacción química que genera el sentimiento de éxtasis provocado por la felicidad, resulta imposible de mantener de manera perpetua, de ahí mi primer argumento, la felicidad no se puede obtener, solo se le puede admirar.
Pero entonces, ¿Cómo es que la mayoría de los seres humanos consideramos, casi como un derecho universal, el acceso permanente a la felicidad?. Y es que, como muchas otros aspectos trascendentales, la educación que recibimos de niños, adolescentes y hasta de adultos, se enfoca en nuestras competencias académicas y profesionales, dando por sentado que a través solo de la experiencia aprenderemos a amar, a nosotros mismos y a nuestro entorno, aprenderemos a ser padres, esposos e hijos, y lograremos ser felices… derecho universal!.
Me sé ajeno a la sabiduría que se requiere para tratar el tema, ni soy un filósofo formado que pueda disertar sobre los entramados de la conciencia en su persecución de la felicidad, así que propongo al amable lector dar un golpe de timón y dirigirnos a los los mares de la industria, de la empresa, del ser como profesional, donde probablemente y solo probablemente mi experiencia pueda ser un poquito más relevante en el cruce al pasar a través de un espeso banco de niebla, en búsqueda del puerto llamado felicidad.
Un gran amigo me comentaba hace varios años algo que quedó resonando en mi cabeza y continúa muy presente hasta el día de hoy. Me decía que para ser realmente feliz, uno debe encontrar tres actividades cotidianas que nos haga sentirnos felices y asegurarse de hacerlas diligentemente todos los días. ¿Por qué tres?, ¿Qué es considerado como una actividad?, ¿Cómo describimos la cotidianidad? Aunque definitivamente hay imprecisiones en la declaración de mi querido amigo, me parece que es bastante acertado y un buen punto de partida para destacar una clara convergencia con la vida profesional y mi segundo argumento, a menos de que no necesites trabajar, tienes que encontrar felicidad en tu actividad productiva cotidiana.
Sin importar si estamos hablando de un recién graduado que comienza su vida profesional, una ama de casa ó un alto ejecutivo o un profesional cercano al retiro, todos tenemos un factor en común, dedicamos al menos 48 horas a la semana, de un total de 168 a nuestra principal actividad productiva. Claro, tenemos que restar un promedio de 56 horas que deberíamos dedicar al sueño y unas 20 horas más entre alimentos y traslados. Si una de las actividades cotidianas que te hace feliz es dormir, llevas ventaja, de otra forma solo nos restan unas 6 horas libres al día para encontrar y construir los pilares de nuestra felicidad.
Sostengo entonces, que el descartar las 48 horas laborales o productivas, es un lujo que no podemos darnos, tenemos que encontrar la felicidad también ahí. Pero difícilmente la respuesta a la pregunta, ¿Cuáles son las tres actividades cotidianas que te hacen feliz?, se nos viene a la mente, alguna relacionada con trabajo. El trabajo está satanizado, y a veces con justa razón, salarios bajos, malos gerentes, condiciones de trabajo inadecuadas, tráfico, tareas repetitivas y tediosas, etc. Pero resignarse a que el trabajo tiene que ser malo, ya que de otra forma no se tendría que pagar por hacerlo, es otro de los paradigmas que tienen romperse en la búsqueda de la felicidad.
Ahora les comparto mi propia definición de lo que nos genera felicidad, que es la siguiente: La felicidad es directamente proporcional a nuestra capacidad de cumplir con nuestras expectativas, en tiempo y forma. De ahí resulta fundamental nuestra asertividad en la definición de expectativas adecuadas… Más desafiantes de lo alcanzable y generan frustración, más sosas y conformistas de lo debido y desarrollan mediocridad y hartazgo.
Después de más de mil entrevistas a candidatos de todos los niveles en las estructuras organizacionales en las que he colaborado, me he dado cuenta que las cualidades clave que hacen a un candidato un buen profesional, son las mismas cualidades clave para cualquier ser humano en su búsqueda de la felicidad: “Auto-conocimiento, Auto-gestión y Auto-motivación” que es mi tercer argumento.
Auto-Conocimiento
La traducción al español del término en inglés Self-awareness, nunca me ha dejado satisfecho. Self-awareness es un concepto que en su integralidad describe el conocimiento consciente del propio carácter, sentimientos, motivaciones y deseos, mientras que nuestra traducción al español Autoconocimiento, como muchos otros términos cuyo origen viene de lenguajes extranjeros, aporta poco más que una secuencia de letras. Así que si me lo permiten, recomiendo respetar nuestra hermosa lengua y llamarle Auto-Conocimiento, aunque otorgándole a este último, el sentido integral de Self-awareness.
De los tres conceptos, probablemente este es el más trascendental y el más difícil de alcanzar. Los profesionales con los que he tenido el gusto de colaborar me han escuchado en incontables ocasiones, obliguen en su dinámica diaria la generación de espacios de introspectiva, altos en el camino en los que se analice concienzudamente la contribución de la actividad laboral al crecimiento profesional, personal y la consecuente realización como seres humanos. El no darse estas oportunidades, es equivalente a nadar ferozmente hacía la playa, sin detenerse a validar la dirección, la mayoría de las veces el resultado es el gasto de energía y la eventual frustración al verse cada vez más lejos del destino perseguido.
Para aquellos que me han favorecido con la lectura de mis diferentes participaciones en Pinceladas, ya lo saben, soy Ingeniero de pensamiento estructurado e incrédulo de todo lo que no pueda ser medido. A pesar de mi deformación académica y personal, la meditación se me ha abierto como una herramienta de enorme valía para desarrollar mi Auto-conocimiento y que desearía haber tenido una educación más estructurada del tema en mis años mozos.
Hacer meditación con propósito, tendría que ser una práctica corporativa obligatoria, así como en algunas compañías asiáticas hay espacios de calistenia para fomentar el foco y la productividad, tendríamos que promover como líderes el espacio de introspección personal y profesional en donde valoremos consistentemente la interdependencia de nuestro carácter, sentimientos, motivaciones y deseos en nuestra actividad productiva. Mientras dichos espacios no sean promovidos formalmente por las corporaciones, sugiero fuertemente al lector, asumir la inversión y dedicar unos minutos al día a esta actividad de altísima relevancia en la búsqueda de la felicidad.
Auto-gestión
Nada como un buen sistema de gestión ó medición de desempeño, en la vida personal y en la profesional. En la vida profesional es muy común, o al menos debería, nos movemos de acuerdo a Factores Críticos de Desempeño, muchas veces establecidos desde los lejanos corporativos para los que trabajamos, otras por los equipos de liderazgo locales, por los equipos de operaciones y ventas, pero pocas veces asimilados en su contribución a la propia persona.
¿Qué tan común es encontrarse con un esquema de Factores Críticos de Desempeño para la vida personal?. ¿Acaso nos definimos la meta a la que queremos llegar en un determinado tiempo en nuestras relaciones personales; de hijos, esposos, padres y amigos? Imaginen un objetivo típico del mundo corporativo trasladado a la vida personal: Establecer al menos una plática sustantiva con cada uno de mis hijos, una vez al trimestre. ¿Qué es sustantiva?, ¿Sustantiva para mi o para mis hijos, o para ambos?, ¿Qué pasa si no lo llevo a cabo?, ¿Hay oportunidad debe recuperarme el siguiente trimestre?, mmm, no verdad…
Nuevamente, uno de esos paradigmas a romper, resulta tan perjudicial no tener un esquema de gestión en la vida personal, como querer extrapolar lo que hemos aprendido en las empresas. Pero establecer una estructura que nos permita definir metas, hitos y evidencias y por encima de todo que nos mantenga en el camino de lo que buscamos como seres humanos y con la cadencia y ritmo adecuado para construir un patrón de creencias y valores debiera ser un mandato de cualquiera que se sienta con el mínimo derecho de ser feliz.
Auto-motivación
Este concepto es de interpretación más simple, aunque igual de relevante, aquello que nos hace actuar de la forma en la que lo hacemos. En el mundo laboral la motivación tiende a basarse en aspectos extrínsecos, o aquellos que provienen fuera de nosotros mismos; motivadores como el dinero, el reconocimiento social ó los bienes materiales son los que mayormente guían el comportamiento. Sin embargo; son los motivadores intrínsecos los que constantemente dejamos fuera de nuestra esfera productiva y que realmente contribuyen a la construcción de la felicidad.
La misma búsqueda de motivadores intrínsecos es causa de discusión, y tenemos que regresar al primer punto, auto-conocimiento, para determinar cuáles son dichos motivadores, que también son y deben ser diferentes para cada persona y cambian con el tiempo, ¿Se dan cuenta lo análogos que pueden sonar la felicidad y la búsqueda de motivadores intrínsecos?. Los motivadores intrínsecos siempre están ahí, aunque muchas veces parezca que hay capas y capas de motivadores extrínsecos por encima, que dejan casi mudo, poco más que un murmullo en el subconsciente lo que realmente guía nuestro comportamiento. La clave en la búsqueda de la felicidad es en gran medida nuestra capacidad y compromiso de escuchar, entender y desenterrar lo que nos mueve como seres humanos, sin importar el ámbito del que se trate.
Hacer por hacer, el dinero por el dinero ó el reconocimiento social tarde o temprano se agotan y deja un vacío que no puede ser llenado por otra cosa más que el sentimiento que genera la continua búsqueda de hacer la cosas perfectas, de ayudar al prójimo, de actuar con congruencia y en consecuencia, de contribuir a la felicidad de otros, eso, es lo que por difícil que se escuche tiene que integrarse a la actividad productiva de cada quién, esa es la única forma de encontrar esporádica y sorpresivamente pedazos de felicidad.