Por: Alejandro Solís Ostrosky
DIRECTOR GENERAL
RAPPI MÉXICO
“Más allá de la educación y de los títulos académicos,
– Diane Coutu
más allá de la experiencia laboral y
más allá de las capacidades técnicas,
el nivel de resiliencia de un líder
determinará quién tiene éxito y quién fracasa.
Esto es cierto en la lucha contra el cáncer,
es cierto en las Olimpiadas,
y es cierto en la sala de juntas.”
“Nuestra mayor gloria no es nunca caer,
– Confucio
sino levantarnos cada vez que caemos”
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o una organización para superar circunstancias traumáticas. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido o un cambio brusco en el entorno que genere una gran caída en las ventas y ponga en riesgo el futuro de la gente que lideramos. A diferencia de lo que muchos creen, la resiliencia se construye, es un músculo que se fortalece a través del enfoque y esfuerzo que le dediquemos a lo largo de los retos que nos presenta la vida.
La crisis del COVID-19 ha generado que en cuestión de semanas los líderes de empresas tengan que repensar y recrear por completo sus estrategias y estructuras organizacionales. En lo personal, en los últimos meses me he tenido que enfrentar a decisiones muy difíciles para evitar quiebras de empresas de las cuales soy consejero, depresión de amigos cercanos, fallecimientos y crisis de salud de familiares así como al mismo tiempo gestionar el escalar de forma muy rápida a Rappi, la empresa que dirijo actualmente en el capítulo de México.
Ante un entorno altamente incierto y en constante cambio, les compartiré estrategias que me han funcionado para poco a poco construir un liderazgo resiliente. Asimismo, les contaré estrategias y comportamientos que he visto en grandes líderes de México y de otros países. Con ello, espero poner mi granito de arena para fomentar el diálogo entre nosotros y que construyamos los pilares y mejores prácticas para navegar el contexto muy retador al que nos enfrentamos como habitantes de este planeta.
La mascara de oxigeno se la pone primero uno mismo
Antes de ayudar a los demás (ya sean familiares y/o colaboradores) y aspirar a marcar el rumbo de una empresa, lo primero es hacer un diagnóstico profundo sobre nosotros mismos en cinco pilares; estos son: nuestro estado mental, físico, relacional (cómo está nuestra red de soporte y contactos), sentido de propósito y nuestra conciencia de nosotros mismos (“self awareness”).
Diagnosticar nuestro estado mental, nos permite analizar la capacidad de encauzar nuestras emociones así cómo la claridad que tenemos para tomar decisiones acertadas. El estado físico, se refiere a cómo estamos en términos de ejercicio, nutrición y en nuestra calidad y necesidad de sueño. El estado relacional considera nuestra capacidad de construir puentes que nos den soporte, el saber si contamos con un equipo sólido que nos ayudará a navegar los retos a los que nos enfrentaremos en el futuro cercano. Asimismo, es fundamental revisar nuestro sentido de propósito. Tener la habilidad de entender qué es lo que queremos lograr como líderes y de los objetivos que al alcanzarlos nos sentiremos orgullosos. Esto es clave para trazar el rumbo que queremos tomar. Finalmente, es crucial identificar qué grado de conciencia tenemos de nosotros mismos. Saber con claridad para qué somos buenos y qué habilidades debemos potenciar, así como contar con la humildad para conocer y externar nuestros puntos ciegos y debilidades. Ante un entorno de crisis, el ignorar nuestras debilidades puede encaminarnos a llevar el barco a la tormenta en lugar de navegar con la empresa y el equipo alrededor de ella.
Con un diagnóstico claro de cómo estamos en estos cinco pilares podemos establecer un plan de acción estratégico y muy pragmático que explote nuestras fortalezas y atienda nuestras debilidades.
Que implica ser un líder resiliente
La incertidumbre a la que nos enfrentamos hoy hace muy difícil replicar hojas de ruta que hayamos utilizado en el pasado. En la actualidad, los playbooks para pandemias simplemente no existen. Los líderes que han mostrado resiliencia en el pasado no necesariamente pueden utilizar fórmulas o comportamientos a los que están acostumbrados.
Por lo tanto, lo primero es aceptar que estamos ante una nueva realidad. No es “business as usual.” Los líderes se ven obligados a hacer ajustes importantes en un entorno muy ambiguo. Esto implica reevaluar prioridades y re-alocar cómo invertimos nuestro tiempo y el de la organización que representamos.
Lo segundo y más importante es garantizar la seguridad de nuestra gente (y transmitirle a todo el equipo que esto es prioritario). Esto se logra haciendo check-ins con mayor frecuencia y garantizar que nuestros reportes directos están haciendo lo mismo con sus equipos. Cada persona es diferente pero recomiendo hacer un check-in por lo menos una vez a la semana para entender cómo está nuestra gente a nivel emocional, alinear y dar seguimiento a los planes de acción y entender que distractores internos y externos están provocando que cada uno de ellos no pueda entregar resultados. Es clave tomarse el tiempo de conectar con todos los niveles de la organización, una buena práctica puede ser que todos los lunes organices una video-conferencia de 30-60 min con diversas personas de la empresa para entender cómo están y que puedes hacer para ayudarles para que ejecuten mejor su trabajo así como sobrellevar la crisis a nivel personal. Ante un entorno altamente volátil, la cadencia, estructura y predictibilidad de estas reuniones ayuda a que el equipo calme los altos niveles de ansiedad a los que se enfrenta.
Es importante reconocer que cómo líder normalmente te expones a un alto grado de escrutinio por parte de la organización que representas. Durante una crisis el nivel de escrutinio aumenta de manera considerable. Nuestros colaboradores nos analizan a detalle para estar seguros que tienen a un líder que está a la altura de las circunstancias, que hay un plan que les hace sentido y buscan imitar comportamientos para replicar con sus equipos. En este sentido, liderar dando el ejemplo es la mejor opción. Abrirse y mostrarle a nuestra gente como estamos a nivel emocional y personal les puede dar un sentido de permiso para que puedan hacer lo mismo a nivel individual y a su vez replicar con cada uno de sus equipos.
Canaliza la adrenalina que provoca una crisis pero nunca quemes al equipo
Durante tiempos de crisis es común que a los equipos (y a ti) les entre un rush de adrenalina. Esto es una gran fuente de energía, que bien encaminada puede ayudar a acelerar planes de acción, mantener al equipo ágil, unido y trabajando largas jornadas. Si determinamos bien el propósito común de lo que quieres lograr puedes sacar la mejor versión de la organización y de sus miembros y lograr cosas que parecen imposibles.
Sin embargo, es crítico reconocer que el rush de adrenalina se desenvuelve en picos y valles. El líder debe tener la capacidad de sostener la energía del equipo a largo del tiempo que dure la crisis y establecer las pausas (mandatorias) y mecanismos para que los colaboradores descansen y recuperen los niveles de energía para seguir adelante. Si quemamos a nuestra gente afectamos su capacidad de tomar buenas decisiones, contagiaran con su negatividad a otros miembros de la organización e incluso podrían llegar a renunciar y generar huecos críticos en la organización.
Desarrollar el lado humano de la organización es clave para formar empresas resilientes
Ser líderes auténticos en tiempos de crisis es de suma importancia. La autenticidad permite que nuestra gente conecte mejor con nosotros y con los objetivos que queremos lograr. Apalancar la tecnología actual puede ser una de las maneras para lograrlo. El trabajo desde casa y el conectarse por videoconferencia muchas veces permite que nuestra gente vea cómo vivimos, a lo mejor se escuchen o vean que se asoman nuestros hijos y esto contribuye a mostrar nuestro lado humano y distinto al que nuestros equipos están normalmente acostumbrados.
Mostrarse vulnerables (sin exagerar o compartir de más) contribuye a establecer vínculos emocionales profundos. Esto a su vez permite una mejor gestión de cada persona ya que conoceremos más acerca de nuestros reportes, qué cosas les molestan y afectan, qué les motiva y así poder alinear las prioridades de la organización al talento que tenemos disponible. Compartir con los equipos los cambios y ajustes que hemos hecho en casa para poder trabajar a distancia, el contarles cómo manejamos la relación con nuestra pareja, roommates o hijos, articularles qué cosas nos preocupan a nivel personal pueden ser algunas de la maneras de mostrarnos vulnerables y con ello construir y fortalecer vínculos emocionales con nuestra gente. Ellos también lo harán con sus equipos y con ello fomentamos que se compartan mejores prácticas y tips para sobrellevar la crisis y de esta manera que se desarrolle la empatía y colaboración entre todos los niveles de la organización.
Es fundamental no hacer supuestos sobre el estado emocional de cada miembro de tu equipo sin información completa y obtenida de manera directa. El establecer supuestos infundados nunca es deseable pero en tiempos de crisis se torna extremadamente peligroso ya que una lectura errónea te puede llevar a poner a la gente en proyectos no adecuados para su estado emocional actual y con ello encaminarlos a la mala toma de decisiones en momentos en que la organización no puede darse el lujo de ello.
Rasgos emocionales de las personas resilientes
- Identifican de manera precisa las causas de los problemas
- Controlan sus emociones, sobre todo ante la adversidad
- Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades.
- Son empáticos
- Controlan sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión.
- Capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más éxito.
Beneficios de ser personas resiliente
- Tener una mejor autoimagen
- Se critican menos a sí mismas
- Son más optimistas
- Afrontan los retos
- Son más sanas físicamente
- Tienen más éxito en el trabajo o estudios
- Están más satisfechas con sus relaciones
- Están menos predispuestas a la depresión
¿Cómo construir la resiliencia?
- Establece relaciones:
– Aceptar ayuda y apoyo de personas que te quieren y escuchan, fortalece la resiliencia.
– Ayudar a otros que le necesitan también puede ayudarte
- Acepta que el cambio es parte de la vida
– Es posible que como resultado de una situación adversa no te sea posible alcanzar ciertas metas.
– Aceptar las circunstancias que no puedes cambiar te puede ayudar a enfocarte en las circunstancias que sí puedes cambiar.
- Muévete hacia tus metas
– Desarrolla algunas metas realistas
– Haz algo regularmente que te permita moverte hacia tus metas, aunque te parezca que es un logro pequeño.
– En vez de enfocarte en tareas que parece que no puedes lograr, pregúntate acerca de las cosas que puedes lograr hoy
– Lleva a cabo acciones decisivas: en situaciones adversas, actúa de la mejor manera que puedas aunque no sea la solución perfecta.
- Busca oportunidades para descubrirte a ti mismo
– Como resultado de la lucha contra la adversidad, las personas pueden aprender algo sobre sí mismas y sentir que han crecido a nivel personal.
– Muchas personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han expresado tener mejoría en el manejo de sus relaciones personales, un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables
– Cultiva una visión positiva de ti mismo: desarrolla confianza en tu capacidad para resolver problemas y confiar en tus instintos
Nuestra capacidad de resiliencia es un reflejo de la manera en que enfrentamos y comprendemos el mundo
Nuestra percepción, el lente interno con el que vemos la realidad, es clave para construir el músculo de la resiliencia. ¿Conceptualizamos esta crisis como un evento traumático o como una gran oportunidad para desarrollar nuestra capacidad de liderazgo e impacto en las comunidades que nos rodean?
Es nuestra reacción a la adversidad, no la adversidad misma la que determina cómo se desarrollará la historia y el impacto de nuestras (relativamente) cortas vidas. Aprovechemos y agradezcamos la capacidad de adaptación a los cambios (que tienen todos los seres humanos en su ADN) para desarrollar la capacidad de ser creativos, curiosos y comprometidos y con ello ser los agentes de cambio que el mundo requiere hoy y en futuro cercano.